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Las energías renovables: la forma más barata de producir electricidad y clave en la transición energética

Transición energética

Juan Ramón Caridad, head of strategic clients Iberia & Latam en Pictet AM, puso el foco en las tecnologías fundamentales para la transición energética en un webinar reciente organizado por EFPA España. Hoy compartimos un resumen con los puntos más relevantes tratados por Caridad en la sesión, moderada por Begoña Alfaro, delegada territorial del Comité de Servicios a Asociados de EFPA España en Navarra y País Vasco.

Hace años, las energías limpias o de transición energética tenían un componente de futurología e incertidumbre, algo que en los últimos años se ha mezclado con sesgos ideológicos o políticos. Nada más lejos de la realidad: hoy día, las energías renovables son la forma más barata de producir electricidad. A esto se añade el sentido de urgencia de los gobiernos y reguladores para reducir las emisiones de CO₂ ante las incontestables consecuencias del cambio climático. El argumento ambiental es poderoso. Además, es necesario garantizar el suministro energético, dado el mayor riesgo geopolítico. De hecho, una ventaja competitiva de los países estará determinada en los próximos 20 años por su mix energético, su capacidad de generar más energía limpia, almacenarla y emplearla de manera eficiente.

Aumento de la demanda de electricidad

Más aún, por primera vez en una década, se prevé que la demanda de electricidad aumente significativamente en todas las economías, emergentes y desarrolladas. Esto se debe fundamentalmente al resurgimiento de la fabricación industrial, la electrificación de la economía y la infraestructura de centros de datos con el desarrollo de la inteligencia artificial (IA). Efectivamente, la IA requiere centros de datos de alta densidad energética, que necesitan energía fiable, renovable y más barata. Incluso algunos consejeros delegados de empresas tecnológicas en EE. UU. señalan que, si la inteligencia artificial sigue creciendo a la velocidad actual, para 2030 podría suponer el 20% de la energía demandada en el país.

La cadena de valor del ecosistema de la transición energética

Ahora bien, la temática de la transición energética está en evolución y requiere una gestión activa, pues habrá ganadores y perdedores. Entre otros aspectos, conviene invertir en toda la cadena de valor del ecosistema de transición energética: renovables, redes, eficiencia en la fabricación, edificios sostenibles y movilidad inteligente, así como tecnologías de almacenamiento energético. Todo ello precisa de semiconductores.

“La temática de la transición energética está en evolución y requiere una gestión activa, pues habrá ganadores y perdedores

Juan Ramón Caridad, head of strategic clients Iberia & Latam en Pictet AM

Semiconductores de potencia

Efectivamente, las grandes compañías de semiconductores han captado la atención de los inversores. Es el caso de NVIDIA, que produce unidades de procesamiento gráfico (GPU) que pueden procesar en paralelo, esencial para la IA. Su materia prima normalmente es el silicio o el germanio, y pueden canalizar la energía reduciendo la pérdida de calor. La tecnología actual llega a los 3 nanómetros, unas 27.000 veces menor que el cabello humano. Cuanto más pequeños son, más rápidos y menos energía consumen. Así que la nueva generación de semiconductores de potencia es un segmento de rápido crecimiento. Estos semiconductores convierten la potencia entre voltajes a diferentes frecuencias y ayudan a mantener estable el flujo de electricidad. Minimizar la pérdida de energía y reducir el consumo es esencial: hasta el 70% de la electricidad se pierde desde la generación hasta el dispositivo final por constantes modificaciones de la señal eléctrica.

De hecho, en un centro de IA, el 70% de la factura es por la energía. Se requieren, pues, herramientas y software de diseño para la fabricación de chips eficientes y nuevos materiales que permitan un bajo consumo energético en los centros de datos, infraestructura de red, edificios “verdes” con tecnologías emergentes como la refrigeración directa y, desde luego, energías renovables.

Movilidad inteligente

Por su parte, los vehículos eléctricos utilizan hasta 15 veces más semiconductores de potencia que los de gasolina, además de sofisticados componentes electrónicos. La cadena de valor de los vehículos eléctricos incluye fabricantes, baterías, eficiencia en la fabricación, infraestructura y servicios públicos. Un vehículo eléctrico genera un 50% menos de emisiones de CO₂ a lo largo de su ciclo de vida que uno de combustión interna, y con un mix energético totalmente verde podría emitir cuatro veces menos. Aunque las baterías generan hasta 30 kg de material al final de su vida útil, un vehículo de combustión puede consumir 17.000 litros de petróleo.

El vehículo eléctrico multiplica por cuatro la energía que llega a las ruedas y es hasta cuatro veces más barato en mantenimiento por cada 100 km que uno de combustión interna. Aunque son necesarios 16 millones de puntos públicos de recarga en el mundo para 2030, la realidad es que los vehículos están el 80% del tiempo aparcados, y la recarga nocturna puede cubrir la mayoría de las necesidades. La autonomía de los eléctricos, que en Europa era de 300 km en 2022, es suficiente para el 90% de los desplazamientos.

2026, paridad de precios combustión – híbrido

Aunque un vehículo eléctrico de gama media-alta cuesta de media 1,5 veces más que uno de combustión, es previsible la paridad de precios para 2026, y que el 67% de las nuevas ventas de vehículos para 2030 sean eléctricos (12% en 2022). Eso sí, el eléctrico tiene 200 kg más de minerales. Es el caso del litio de las baterías. De todas formas, se empieza a cambiar a baterías de sodio, 500 veces más abundante, de menor densidad energética, pero descargable con menor pérdida de rango. Además, con el sodio se facilita la reutilización de minerales a través de procesos químicos.

Pero el hidrógeno no parece ser la solución para el transporte terrestre. Transformar energía renovable en hidrógeno en un electrolizador para luego volver a transformarlo en energía tiene pérdidas de más del 50% (70% con el transporte del hidrógeno). En aviación solo es posible en la “última milla”, pues requiere mucho volumen en relación con la energía, y comprimirlo aumenta significativamente el peso necesario para aguantar la presión. De manera que el hidrógeno “verde”, obtenido a partir de fuentes renovables, tiene un rol en la transición energética, pero requiere subsidios, por lo que es mucho más rentable y seguro invertir en tecnologías sin subsidios que ya son la forma más barata de generar electricidad.

Edificios verdes para la transición energética

Respecto a los edificios, la energía consumida en residencias o comercios representa el 40% del consumo mundial y llega a suponer el 40% de las emisiones de CO₂ en Europa. Es necesario garantizar un suministro constante de energía, pero también su uso eficiente. Se puede lograr un ahorro con un mejor aislamiento, sistemas de calefacción y aire acondicionado, iluminación LED y edificios “inteligentes”, para lo que es necesario software que permita gestionar la adaptación a los cambios de temperatura, así como nuevas tecnologías de refrigeración y climatización en centros de datos.

250 compañías

Este universo temático está formado por unas 250 compañías globalmente, con la pureza requerida (al menos un 33% de exposición, normalmente más del 65% en la cartera). Las compañías de renovables requieren inversiones que, en su mayoría, son financiadas con deuda, recuperable a largo plazo mediante flujos de caja, y el apalancamiento las hace más sensibles a los tipos de interés que la media del mercado. Ahora bien, los tipos de interés han alcanzado máximos, y las compañías de renovables deben beneficiarse significativamente en cuanto a valoración y posibilidades de acelerar inversiones. En cualquier caso, en este universo de inversión estamos hablando de compañías con una rentabilidad sobre recursos propios, o retorno sobre capital, por encima del 10 %. La mayoría cotiza en EE. UU. y Europa.

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