Lorenzo Coletti, director de ventas senior de Pictet AM en Iberia y Latam y Rocío Jaureguizar, Client Servicing Manager en Pictet AM, especializada en sostenibilidad, compartieron el webinar EFPA “Hablemos de sostenibilidad”, sobre inversión sostenible.
Lorenzo Coletti ha destacado que los últimos años, especialmente en 2020, las siglas ASG han pasado a estar en boca de todos, sobre todo la “A” de Ambiental
“Se trata de factores que van más allá del análisis financiero convencional, que impactan la rentabilidad de inversiones tanto de renta fija como variable.
De hecho, los gestores tienen deber fiduciario y deben tratar de alcanzar sus objetivos y maximizar la rentabilidad de sus inversiones, dando especial importancia a la manera en que las empresas desarrollan su actividad. Incorporar factores ASG en los procesos de análisis puede ayudar a prevenir riesgos y destacar oportunidades, así como comparar como se gestionan las empresas respecto a la competencia”, ha destacado.
Según el panorama de Riesgos Globales 2021 de World Economic Forum los cinco mayores riesgos son:
- Clima extremo
- Falta acciones cambio climático
- Desastres naturales
- Desastres naturales hechos por el hombre
- Pérdida de la biodiversidad
- Enfermedades infecciosas.
Esta tendencia también alcanza a los gobiernos
“De hecho calificamos a los países a partir de gran cantidad de datos ASG de fuentes externas e internas. Los factores ambientales incluyen calidad del aire, exposición al cambio climático, deforestación y estrés hídrico.
La dimensión social incluye educación, salud, esperanza de vida e investigación científica y la gobernanza, la corrupción, proceso electoral, estabilidad del gobierno, independencia judicial y derecho a la privacidad”, ha indicado.
Además, ha indicado que, históricamente, la creación de una cartera de inversión sostenible se basaba en criterios de exclusión, lo que elimina automáticamente determinadas empresas o sectores controvertidos como:
- Tabaco
- Alcohol
- Entretenimiento para adultos
- Juego
La exclusión también puede basarse en normas internacionales de mejores prácticas, como principios de inversión responsable de Naciones Unidas o sellos ASG regionales.
“En el caso de energía no invertimos en empresas en las que más del 20% del valor, ingresos o beneficio de explotación se derivan de la generación combinada de energía de carbón, petróleo o nuclear. Las empresas pueden superar ese umbral si cuentan con un plan de transición y compromiso con proyectos de energía limpia”, destaca Coletti.
Un enfoque más basado en identificar lo positivo pasa por la selección de países, industrias y empresas de mejor calificación ASG, incluso basada en los “mejores esfuerzos”.
Para Coletti, un punto de partida para la inversión responsable son las megatendencias
Se trata de fuerzas de cambio, sociales, demográficas, medioambientales y tecnológicas, que impactan ampliamente la sociedad, la economía y nuestro futuro más probable. Implican horizontes de inversión de diez a quince años o más. Algunas son más conocidas, como la sostenibilidad, acelerada con el Covid. Otras son menos conocidas, como la polarización (por ejemplo, entre marcas de gama de alta y productos genéricos o entre países ricos y pobres). Han sido identificadas por el Instituto de Estudios del Futuro de Copenhague fundado en 1970 en colaboración con la OCDE.
Un caso de estrategia temática sostenible es la Nutrición
Hay que tener en cuenta, desde el punto de vista medioambiental, la demanda de alimentos y los requisitos de uso de recursos naturales, incluyendo el 70% del agua dulce utilizable, así como el hecho de que el 33% de los alimentos se desperdicia.
También afecta a cuestiones sociales relacionadas con obesidad y desnutrición, enfermedades transmitidas por alimentos y zoonosis, pues 75% de los nuevos virus de este siglo se han originado en animales de nuestra cadena alimentaria.
Además la resistencia a los antimicrobianos es una de las diez principales amenazas para la salud pública mundial según la Organización Mundial de la Salud.
La estrategia de inversión de Pictet en nutrición excluye materias primas, fabricantes de fertilizantes y pesticidas, relacionados con bebidas carbonatadas, cerveza y alcohol, así como restauración de comida rápida no saludable, carne de vaca, aceite de palma, bebidas alcohólicas y carbonatadas y confitería y snacks no saludables.
Rocío Jaureguízar
“Para considerar inversiones de impacto, estas deben ser realizadas con intención y ser medibles” ha indicado Jaureguízar.
“En cuanto a medioambiente, como parte fundamental del proceso de inversión, empleamos el marco de referencia científico de Límites Planetarios”.
Creado en 2009 por científicos internacionales del Stockholm Resilience Centre, identifica las dimensiones críticas para una biosfera estable, indispensable para el desarrollo humano y la prosperidad
Cuantifica el espacio operativo seguro dentro del que deben llevarse a cabo las actividades humanas. En caso de rebasarse se aumenta notablemente el riesgo de daños irreversibles.
“Ya hemos sobrepasado cuatro de nueve, incluyendo cambio climático y biodiversidad”, destaca.
“Respecto a este modelo comparamos estrategias de inversión temáticas en relación con el índice MSCI ACWI en las nueve dimensiones. Por ejemplo, nuestra estrategia del agua logra un impacto medioambiental más positivo en todas las dimensiones, de manera que su huella medioambiental es claramente menor que la del índice”.
Así, el impacto positivo mayor es en uso de agua dulce, eutrofización y polución química, dimensiones relacionadas con productos y servicios de las compañías en cartera, como son los servicios medioambientales o tecnologías hídricas.
Esta dimensión se mide en m3 de agua empleados/millones de facturación en dólares
“Nuestra cartera de inversión global en las industrias del agua emplea 34.994 y frente a 72,719 del índice. La dimensión que menos destaca, a pesar de ser mejor que el índice, es acidificación del océano”.
Se trata de la absorción de emisiones en el agua del mar, lo que debilita las conchas de moluscos y crustáceos y afecta a la cadena alimenticia marina.
“Posiblemente se debe a que hay menos empresas en cartera dedicadas a resolver ese reto”, observa.
En cuanto a medición de la huella de carbono con el estándar Scope 1 solo se incluyen emisiones directas generadas por las operaciones de la empresa. Pero en algunas industrias las emisiones indirectas pueden suponer más de 95% de las totales en la cadena de valor.
Es necesario incluir medidas Scope 2 y 3, que tienen en cuenta emisiones de la cadena de suministro y en el uso y vida del producto y las emisiones generadas por eliminación o reciclaje. Un paso más es Scope 4, que incluye emisiones ahorradas por reemplazos.
Además, es posible el cálculo de la exposición a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas para 2030
“El primer paso es cuantitativo en base a operaciones, productos y servicios de las empresas, no solo operaciones, con análisis big data y procesamiento natural del lenguaje. Un segundo paso es el análisis fundamental de los 169 objetivos por nuestros gestores y especialistas de inversiones temáticas. Por ejemplo nuestra estrategia de biotecnología muestra mayor impacto positivo en salud y bienestar. También medimos la exposición de las compañías en cartera controversias (medioambientales, calidad de producto, corrupción, derechos de los trabajadores) y calidad del gobierno corporativo (derechos de los accionistas, diversidad y estructura del consejo)”.
Jaureguizar observa que un factor común de la inversión responsable es el dialogo activo y ejercicio del derecho de voto en las compañías en que se invierte, para impulsar cambios y que las empresas o países sean cada vez más sostenibles.
Al respecto, Jaureguizar ha señalado que:
“ejercemos el derecho de voto de forma sistemática, tanto en estrategias activas y pasivas, así como el diálogo activo con compañías y gobiernos. A veces es imprescindible excluir ciertos sectores (armas controvertidas) y en otras ocasiones es más eficiente el diálogo para cambiar las cosas”.
El 10 de marzo de este 2021 ha entrado en vigor el nuevo reglamento de divulgación SFDR que obliga a las gestoras a clasificar sus fondos en los artículos 6, (integración de criterios ASG) 8 (promoción de características ambientales y sociales) y 9 (intención de impacto medioambiental y/o social positivo). Exige explicar cómo se tienen en cuenta los riesgos sostenibles, pero la regulación no define dichos riesgos.
“Por nuestra parte hemos definido riesgo de transición, físico, medioambiental, social y gubernamental”, señala.
Jaureguízar observa que el reto es la homogeneidad de métricas y criterios. Además, de momento la regulación en Europa se centra en el medioambiente y habrá que esperar para el desarrollo de una Taxonomía Social.