Si hablamos de bienestar financiero, aquí dos cifras (aparentemente) sorprendentes. ¿Sabías que el 57 % de los trabajadores en EE. UU. dice que las finanzas son la mayor causa de estrés en sus vidas? ¿Y que el 28 % del total de los trabajadores encuestados confiesa que no llega a final de mes?
Son porcentajes de una encuesta publicada por PwC que reflejan que las finanzas ocupan y preocupan, pero quizás mucho menos que otros temas más cotidianos como el bienestar físico o el bienestar emocional. En uno de los primeros webinars del año organizado por EFPA España, Désirée Gemar, directora de desarrollo de negocio para Europa y Middle East en 360F, explicó que el bienestar financiero va más allá de ser consciente de cuánto ingresamos, cuánto gastamos, cuánto debemos y cómo de bien pagados estamos en relación a nuestros compañeros: “El bienestar financiero es no tener deudas, tener un ahorro para un gasto inesperado, elegir la educación financiera de mis hijos, llegar bien a final de mes, tener previsto mi nivel de ingresos durante la jubilación, etc.“.
Es esencial ser conscientes de que debemos dar pasos hacia nuestro bienestar financiero: “Se trata de ser conscientes de nuestra situación económica hoy y proyectar nuestras necesidades y expectativas de ingresos y gastos de cara a futuro. Y aquí juega un papel esencial el seguro de vida, tanto el de ahorro como el de riesgo”, matiza Gemar.
Bienestar financiero, mito a derribar
“No ahorres lo que te sobre después de gastar, gástate lo que te quede después de ahorrar”, dijo Warren Buffet. Desde 360F, explica que “la riqueza no es tu nivel de ingresos ni tus posesiones, sino el nivel de ahorro que te permitirá afrontar cambios significativos en tu vida”. Añade, además, que para conseguir el bienestar financiero es clave fijar metas a corto, medio y largo plazo, y derribar algunos mitos. ¿Cuáles?
1.- No tengo tiempo
“Al principio, puede que lleve algo más de tiempo hacer un presupuesto con una estimación de ingresos y gastos. Después de eso, simplemente hay que hacer un seguimiento y dejar que las matemáticas hagan su trabajo”, comparte Désirée Gemar.
2. Me da mucha pereza
Cuando la pereza entra por la puerta, el ahorro salta por la ventana. Es la idea sobre la que nos advierte Gemar. “Sí, es aburrido y a veces lo relegamos o lo delegamos a algún familiar. Pero, contra la pereza, ¡diligencia! Y si no, deja tu planificación financiera en manos de un profesional“.
3. Lo tengo en la cabeza
Hay que pasar de las palabras, a los hechos. De los pensamientos, a las acciones. “Sé más o menos lo que gasto cada mes y si podré destinar a final de año algo para el plan de pensiones o de jubilación. ¿Se imaginan a un director financiero diciéndole al CEO de la compañía que tiene el presupuesto en la cabeza, que sabe más o menos cómo acabará el ejercicio, y que puede visualizar las proyecciones a 5 años? Estaría despedido antes de terminar la reunión”, imagina la representante de 360F.
4. No sé nada de finanzas
Partimos de una realidad incontestable. ¿A que nadie tiene problemas en calcular el presupuesto cuando se va de vacaciones? No es necesario saber de finanzas para hacer unas sencillas estimaciones de lo que se ingresará y se gastará en el futuro, ni para calcular qué colchón financiero se necesita en caso imprevistos como una situación de desempleo o un gasto extraordinario. “Para invertir lo ahorrado siempre se pueden suscribir fondos de inversión donde la gestión está delegada a profesionales, consultar a un asesor financiero, o utilizar cualquier herramienta digital”, comparte la ponente invitada por EFPA España.
5. El asesoramiento financiero es caro
¿Comparado con qué? ¿Cuánto cuesta al mes un gimnasio? Se pregunta Désirée Gemar. ¿Y una consulta de un médico especialista? “Tener un cierto nivel de tranquilidad financiera es menos costoso de lo que se piensa. Una reunión con un asesor financiero una o dos veces al año puede ser más que suficiente”, responde.
6. Con todos los gastos que tengo es imposible ahorrar a final de mes
Siempre hay algo que se puede revisar: “Una vez que vemos sobre el papel en qué gastamos nuestro dinero, y cuáles son los gastos, la lista de partidas que se pueden ajustar es amplia”.
7. Pensar en la jubilación y que no me llegará la pensión me produce angustia
Como concluye la directora de Desarrollo de Negocio para Europa y Middle East en 360F, “quizá este sea el único “no mito”, así que más vale no perder ni un día: hay que empezar por calcular cuál será la estructura de gastos prevista para ese día”.
El seguro de vida ahorro y el seguro de vida riesgo como pilares del bienestar financiero
Contratamos seguros cuando viajamos, cuando nos compramos el móvil, suscribimos la anualidad del colegio de los niños o cuando contratamos la tarifa de la luz y, sin embargo, nos cuenta desembolsar para el seguro de vida. A más educación financiera, mayor nivel de contratación de seguros: no son un gasto, son un gran paso para el bienestar financiero en el camino hacia ese futuro de tranquilidad.
Bajo el paraguas del seguro de vida ahorro se incluyen los unit-linked, las rentas vitalicias, los planes de ahorro sistemáticos o los planes de previsión asegurados. Son, como explica Désirée Gémar, “productos de ahorro sobre una estructura de seguro. Ofrecen, por tanto, alternativas de ahorro e inversión idénticas a otros vehículos financieros. Los beneficiarios pueden ser diferentes a los herederos legales (siempre que se respete la legítima). Son, además, activos protegidos frente a reclamaciones de terceros (inembargabilidad) protección para los beneficiarios, y facilitan la planificación fiscal a efectos de sucesiones, al estar fuera de la masa de la herencia, lo cual proporciona liquidez inmediata para los beneficiarios”.
¿Cómo funcionan los seguros de vida ahorro?
El ahorrador entrega una cantidad de dinero a la aseguradora por un tiempo determinado. Esta cantidad recibirá el nombre de prima. A cambio recibe una rentabilidad, que en algunos de ellos está garantizada, mientras en otros depende de los activos subyacentes en los que invierte, normalmente fondos de inversión. Además, el titular del seguro de ahorro puede realizar aportaciones periódicas que se sumarán al capital inicial hasta que llegue el vencimiento. A diferencia de otros productos como las cuentas remuneradas, no se producen abonos de intereses periódicos en el caso de los seguros de ahorro, sino que la rentabilidad se va acumulando, por lo que se produce un diferimiento fiscal.
El seguro de vida riesgo
La cobertura más básica del seguro de vida es la de fallecimiento. Los beneficiarios de tu póliza recibirán una cantidad determinada en caso de deceso, que depende del capital que quieras asegurar. Además del fallecimiento, el seguro de vida puede cubrir otros riesgos adicionales, como riesgos de incapacidad temporal o permanente, incapacidad parcial o absoluta o fallecimiento por causas especiales, tales como enfermedad grave o accidente. Este tipo de seguro es una herramienta muy potente en la planificación patrimonial familiar, ya que, en caso de una triste contingencia, la familia queda “neutralizada” financieramente, sin que le afecte durante un tiempo la ausencia de ingresos de la persona fallecida, dándole tiempo a reorganizar su vida.
Los seguros de vida riesgo, los seguros de vida ahorro y también los seguros de protección de pagos o de dependencia son herramientas básicas en la construcción de nuestro bienestar financiero. Ese bienestar es, como insiste Désirée Gémar, algo que “se trabaja, hay que dedicarle tiempo, y hay que incluir los seguros en nuestro abanico de productos de planificación financiera como algo esencial. Aportan estabilidad y tranquilidad en el largo camino del ahorro y la inversión”.