La tecnología está desempeñando un papel protagonista en la transformación del sector financiero y la pandemia sólo ha acelerado esta tendencia. Ya ha sido un factor crucial en la forma en la que los clientes de servicios financieros se relacionan con sus entidades, con una transición frenética de la sucursal al móvil o el ordenador.
Sin embargo, nos encontramos sólo al principio de una revolución mucho más extensa, que ya ha llegado a otros sectores, y que tendrá consecuencias radicales en la formación de los nuevos ganadores y perdedores del negocio de asesoramiento.
Por ejemplo, el potencial es espectacular desde el punto de vista de captar nuevos clientes; de conocerlos mejor para construir una relación más satisfactoria; también a la hora de personalizar y dar seguimiento más cercano a las propuestas de asesoramiento y, por supuesto, en el objetivo de lograr una mayor eficiencia en la operativa, en la propia gestión del negocio.
Verdadera información útil al servicio del cliente final
Todo esto lo comentamos este pasado jueves 22 de abril durante la mesa redonda sobre inteligencia artificial que moderé dentro del evento de tecnología de Aseafi.
Una conversación que contó con la participación de Emilio Llorente, responsable de inversión en Recognition; Fernando Bolívar, CEO de Expert Timing Systems (ETS) y Guillermo Meléndez, responsable del laboratorio de Inteligencia Artificial en Bolsas y Mercados Inntech.
Vídeo de la Jornada
¿Pero de qué hablamos cuando hablamos de inteligencia artificial?
Como explicaba Bolívar, “consiste en convertir datos en conocimiento útil al servicio del cliente final, gracias a una capacidad computacional enorme”. Es decir, en “verdadera información”, como decía Llorente, “que repercuta de una forma tangible, real, en la capacidad del cliente de tener la cartera que realmente quiere tener, que nos ayude la escalabilidad a una personalización en lugar de una generalización, como hasta ahora sido tradicional en la industria”.
Una relación aún más cercana con el cliente
¿Cómo conocer mejor? Aquí, Meléndez apuntaba lo importante que resultará poder ofrecer al cliente lo que mejor se adapta a sus gustos, sin necesidad de preguntarle. Por ejemplo, lo que hace Netflix, que puede llegar a recomendarnos ver contenido infantil, no porque le hayamos dicho que hemos tenido un hijo, sino por lo que interpreta el algoritmo del cambio que hemos tenido en nuestros hábitos de consumo.
Aunque para esto hace falta una cantidad de datos enorme. Al final, Netflix te empieza a mostrar esos dibujos animados, porque ha recogido información de millones de familias. Su algoritmo ha detectado que cuando se producía un cambio de hábitos determinado en los patrones de consumo podría deberse al nacimiento de un hijo.
El problema es que en los los hábitos financieros online todavía no hay tal volumen. Por eso, se debe abordar vías distintas de conocer lo que realmente necesitan, buscan y preocupa a los usuarios.
Por ejemplo, desde Finect ya estamos preguntando cada semana a miles de inversores cuando se relacionan con nosotros qué buscan, qué objetivos tienen, qué nivel de formación, qué nivel de riesgo… Para ponerle delante de esos servicios que precisa ahora. Pero más adelante, quizá no sea necesario preguntar tanto y se acortará el camino, gracias a la tecnología.
De los perfiles a la oferta personalizada
¿Cómo personalizar? Desde el punto de vista de la propuesta de inversión, la tecnología ya permite solventar uno de los grandes problemas para la escalabilidad. Ya se puede superar el planteamiento clásico en la industria de tener 5 o 6 perfiles, en los que deben encajar todos los clientes. Ahora, la cartera se puede conformar fácilmente en segundos en base a sus preferencias, ya sean geográficas, éticas o religiosas.
“El cliente es único y la tecnología facilita tratar así a cada inversor”, como me decía Bolívar.
Otro punto donde puede aplicar la inteligencia artificial estaría en la propia selección de los activos en las carteras. Cuando un director de inversiones se plantea si aumentar un activo en cartera, en el pasado se basaba en su olfato, su visión del mundo y su análisis a partir de un conjunto de datos limitados.
Sin embargo, ahora a todo eso puede añadir mucha más ciencia. Cada vez será más común ver la figura de un data scientist dentro de los comités de inversión, que podría aportar ángulos distintos y aportar datos relevantes que ayuden a tomar una decisión mejor informada.
Menos costes y más escalabilidad
Para terminar, la tecnología también se presenta como la gran esperanza para mejorar la eficiencia del negocio de asesoramiento. Ante la avalancha de requisitos regulatorios, resulta imprescindible alcanzar soluciones que suplan parte de las tareas de administración y tratamiento de la información.
En esto también se está trabajando ya, con cada vez más herramientas a disposición de las empresas de asesoramiento, y también con una tendencia a la baja en los costes de estas soluciones, fruto de la mayor competencia tanto entre las compañías de tecnología tradicionales como las fintech.
Al final, la esencia del asesoramiento permanecerá, pero los medios y la forma de prestar esos servicios está tan sólo al inicio de un cambio exponencial.
Échale un ojo al perfil profesional de Vicente Varo.
Inteligencia Artificial. El asesoramiento financiero y la gestión de activos.