Miguel Moreno Mendieta, periodista económico del diario Cinco Días, publicaba en recientes fechas un artículo en el que desgranaba cuáles eran esos principales sesgos que afecta a un ser humano a la hora de tomar una decisión de inversión. “10 sesgos del comportamiento que influyen a la hora de invertir.
El ser humano dista mucho de ser una perfecta máquina de toma de decisiones y suele comentar errores, algo que también influye en el ámbito de las finanzas. De ahí que, en los últimos años, se haya producido un gran desarrollo de la economía del comportamiento, que estudia y detalla con precisión todos esos fallos del sistema, los denominados sesgos del comportamiento, que provocan actuaciones poco racionales, que se agudizan en momentos de elevada incertidumbre como el actual.
1. Exceso de confianza
Las personas nos creemos más listas de lo que en realidad somos, con la capacidad suficiente como para saber el funcionamiento de todas las cosas, a pesar de contar con una idea puramente superficial.
En el ámbito financiero, una persona con demasiada confianza siempre tiende a infravalorar los riesgos de sus decisiones, a la vez que sobreestima las ganancias esperadas.
2. Confirmación
Cuando una persona tiene una idea preconcebida sobre algún tema, estará pendiente de cualquier noticia o informe que refuerce su tesis. Por ejemplo, cuando una tecnológica anuncie una revisión a la baja de sus ingresos dirá: “lo ves, si es que no te puedes fiar”. Lo que le costará más es admitir que tal vez se ha equivocado.
3. Prueba social
El sesgo de la prueba social es la tendencia a imitar el comportamiento que llevan a cabo otras personas bajo la creencia de que se está optando por la decisión correcta.
Moreno Mendieta alude a ejemplos de inversiones masivas, como las participaciones preferentes, que han acabado en un fracaso absoluto o que se han revelado como puras estafas piramidales.
Lo cierto es que este tipo de inversiones captan tanto dinero por el efecto imitación, por el sesgo de prueba social.
4. Autoridad
A todas las personas les influyen los actos de sus seres más allegados, pero también las opiniones de personas destacadas. Se trata de la tendencia a sobreestimar las opiniones de determinadas personas por el mero hecho de importantes, pero hacer caso a gente famosa no siempre es recomendable.
5. El efecto halo
Es la tendencia a valorar a una persona o institución sobre la base de una única cualidad positiva o negativa que enturbia a todas las demás.
Es un sesgo muy frecuente en el ámbito de la inversión, de manera que se tiende a calificar un producto financiero como bueno o malo tomando como referencia un único dato, por ejemplo, los resultados de la empresa o la popularidad del comercializador o gestor del producto financiero en cuestión, sin considerar que ese vehículo financiero puede no ser el mejor para el objetivo de inversión personal o para el perfil de riesgo que podemos asumir.
6. Descuento hiperbólico
Este sesgo hace referencia a la propensión a elegir recompensas más pequeñas e inmediatas frente a recompensas mayores a largo plazo.
Se debe a que la inmediatez de las recompensas tiene un gran poder de atracción. El periodista explica que el descuento hiperbólico puede llevar a que el inversor deshaga una inversión pensada a largo plazo y adecuada para su perfil, alterando así los objetivos iniciales y conllevando costes y riesgos asociados.
7. La falacia del coste hundido
Es una trampa mental que nos lleva a mantener una inversión que está generando pérdidas ante el temor a perder lo que ya se ha invertido. En esas situaciones, debemos tener la sangre fría para analizar si una compañía va a poder recuperarse, independientemente del dinero que ya se haya perdido.
8. ‘Status quo’
El sesgo del status quo implica que se tome como punto de referencia la situación actual y, cualquier cambio con respecto a ese punto, se percibe como una pérdida.
Un ejemplo muy claro es lo que sucede con los planes de pensiones, ya que los ahorradores no optan por cambiar de plan, a pesar de saber que el suyo sea mediocre y que pasar el dinero a otro no tendrá ningún coste.
9. Aversión a las pérdidas
El miedo a perder supone un incentivo mayor que la posibilidad de ganar algo de valor semejante.
Cuando tomamos la decisión de invertir, puede suceder que, con tal de no incurrir en pérdidas, se mantenga una inversión con mínimas perspectivas de recuperación y se acabe perdiendo lo invertido.
En escenarios de correcciones bursátiles, muchos inversores optan por vender porque no pueden soportar ver que sus saldos han entrado en negativo.
En estas situaciones, los asesores financieros recuerdan poner el foco en las premisas de las que partíamos al invertir.
10. Punto ciego
En la ciencia del comportamiento hace referencia a la situación en la que una persona cree que no tiene ningún sesgo.
Miguel Moreno Mendieta,
Periodista especializado en Finanzas.
Grupo PRISA – Cinco Días.