Seguimos con las lecciones que vienen del post anterior para no repetir errores de cara a próximas crisis.
Seguimos con las lecciones de Lehman Brothers…
3. La importancia de la diversificación
Antes de 2008, la frase: “no hay que poner todos los huevos en la misma cesta” no salía tanto en las conversaciones con asesores y gestores.
Sin embargo, es una de las lecciones que sí hemos aprendido e implementado de manera general en el sector. En 2008, el precio de los activos de inversión cayó de forma generalizada y la diversificación no sirvió de mucho.
Desde entonces, haber tenido, por ejemplo:
- un cierto porcentaje de la cartera en renta variable americana
- algo en renta fija con duración (especialmente hasta hace un par de años)
- renta variable europea y española
- algunos estilos de gestión como el growth o el value,
Ha ofrecido mejores resultados que la concentración en acciones locales. O en un depósito que se renueva año tras año, o en fondos de inversión garantizados…
4.Ni los árboles crecen hasta el cielo ni el sol deja de salir por el Este
En 2007 tanto profesionales como inversores (en cualquier activo) nos creíamos invencibles. Cualquier inversión ofrecía rentabilidades por encima de lo esperado. Pero llegó 2008 y la subida de precios se truncó… y de qué manera.
Tanto la economía como los mercados financieros se rigen por la ley de la oferta y la demanda. Y como ya sabemos, cuando suben mucho los precios la demanda se reduce: “los árboles no crecen hasta el cielo”.
Por el otro lado, ninguna crisis ha acabado con el economía global. Lo hemos podido comprobar con la crisis de 2008 y con todas las grandes crisis que hemos vivido antes. El mundo ha seguido girando. Y seguirá haciéndolo después de la siguiente crisis.
¿Quién no pensó que si llegaba Trump a la Casa Blanca sería el fin de EE. UU. tal y como lo conocemos?
5. Las crisis son momentos de oportunidad
Lo habrán leído mil veces, pero no por ello es menos cierto:
“Debemos intentar ser temerosos cuando otros son codiciosos y ser codiciosos cuando otros son temerosos”
W.Buffet
El ahorrador que consiga mantener la calma, tener claros sus objetivos a largo plazo, y la posibilidad de invertir encontrará los precios más atractivos en los momentos de máximo estrés.
Para poder aprovechar esas oportunidades, siempre resulta positivo contar con algo de liquidez. Un pequeño colchón de ahorro con el que poder tomar decisiones de esta índole.
6. No dejarnos llevar por los sentimientos
Tras el punto anterior, hay que hablar de Finanzas Conductuales (corriente que estudia los sesgos emocionales o cognitivos en la toma de decisiones de índole financiera).
Cómo aplicar las finanzas conductuales a nuestras decisiones de inversión
Los cambios bruscos en los niveles de inversión tampoco son buenos si tenemos claro dónde queremos llegar con nuestros ahorros. Hay que tener claro nuestro perfil inversor.
No deberíamos sentirnos más proclives al riesgo porque los precios suban o bajen.
Ya que, como hemos mencionado antes, nadie sabe qué viene después. Sobretodo si esperamos tener resultados en cortos espacios de tiempo.
No puedo imaginar cuántos inversores con un perfil conservador o moderado habrán sufrido las consecuencias de aumentar su exposición a bolsa en los años anteriores a la crisis. Y cuántos de ellos, tras las caídas, temerosos de perder más dinero, volvieron a reducir la exposición a riesgo. Dificultando mucho con ello la recuperación del capital perdido durante los ejercicios anteriores.
Así, hemos aprendido dos lecciones importantes para no dejarnos llevar por los sentimientos:
- Primero, tener claro el perfil en el que nos queremos mover y estar cómodos en el mismo.
- Segundo, asumir que para obtener rentabilidad hay que asumir riesgos.
- Ni hay que comprarlo todo cuando las cosas van bien ni hay que venderlo todo cuando el resultado a corto plazo no es el esperado. En el centro está la virtud.
Por ello, cada reunión con el cliente debe servir para realizar matices y tomar decisiones de carácter táctico. Pero no es aconsejable pasar del blanco al negro.
7. Ten un plan y cíñete a él
Lo señalé en un artículo anterior: ¿Cómo es posible que planifiquemos cualquier viaje o las vacaciones y no seamos capaces de planificar nuestro ahorro/inversión?
Entre las lecciones de estos 10 años, hemos aprendido que para una correcta toma de decisiones debemos tener claros, entre otros aspectos:
- Objetivos vitales que tenemos con nuestro dinero a corto, medio y largo plazo.
- Posibles escenarios que se puedan dar, tanto en la actividad profesional como en la de inversión, desde los más optimistas hasta los más pesimistas, asignándoles probabilidades a cada uno de ellos.
- Con qué cintura contamos en caso de que se tuerzan las cosas.
- Nuestro nivel de tolerancia al riesgo.
- Nuestra capacidad de mantener una sistemática de ahorro sin dejarnos llevar por el ruido de los mercados.
Un inversor que hubiera mantenido sus aportaciones periódicas durante los momentos más duros de la crisis, habría obtenido una rentabilidad muy superior a la de aquellos que dejaron de hacerlas.
Si hubiera invertido el viernes antes de la caída de Lehman Brothers 100.000 dólares en el mercado de valores de EE. UU., su capital hubiera caído hasta los 54.000 dólares en febrero de 2009. Si a pesar de ello no hizo nada, aquellos 100.000 dólares serían hoy 230.000 aproximadamente.
Muchos de estos aprendizajes ya los hemos interiorizado aunque quizá otros no. Las crisis son curas de humildad que nos ofrecen oportunidades para aprender lecciones nuevas.
Lo importante, teniendo claro que vendrán otras crisis en el futuro y que cada día que pasa estamos más cerca de la siguiente, es que deberemos afrontarla de mejor manera que la anterior.