Cuando pensamos en definir liderazgo encontramos diferentes maneras de hacerlo y todas tienen en común que hablan de un conjunto de habilidades que tiene que poseer el líder. El factor género no entra en la ecuación.
Últimamente con la gestión de la crisis del COVID19 se ha puesto en relieve si la gestión de mandatarías líderes mujeres ha sido más eficaz que la de sus homólogos hombres.
Todos hemos visto una lista con las presidentas de Alemania o Finlandia, en la que se ponían cómo ejemplo en su gestión de la pandemia. Pero seguro que también podríamos añadir una lista de líderes mujeres que no han destacado por su gestión, precisamente…
Tengo claro que el liderazgo no es una cuestión de género, pero a la vez necesita de un cambio de estereotipos que ponga en valor el talento y con ello las mujeres. Lo explico.
Primero, pensemos en las habilidades de los líderes
Las habilidades que los grandes gurús comparten para definir un líder son:
- Visión inspiradora
- Capacidad de motivación y apoyo
- Empatía,
- Creatividad
- Exigencia
- Iniciativa
- Agilidad en la toma de decisiones
- Capacidad de hacer equipo
- Capacidad de asumir riesgos
- Trabajo en mejora continua
Lo describen como una actitud que asumen aquellas personas que buscan algo diferente, que están comprometidas a lograr un objetivo y cuya convicción logran transmitir a los demás a través de la ilusión y el optimismo, para lograr un objetivo común.
Existen numerosas frases célebres que definen o hablan de las habilidades de un líder. Me permito señalar tres de las que más me gustan, en las que se pone en valor la convicción frente la autoridad, el equilibrio frente los extremos y la visión frente la corriente:
«Un buen líder no es un buscador de consensos, sino un moldeador de consensos».
— Martin Luther King
«El desafío del liderazgo es ser fuerte pero no grosero, amable pero no débil, reflexivo, pero no perezoso, confiado, pero no arrogante, humilde pero no tímido, orgulloso, pero no arrogante, tener humor, pero no parecer necio».
— Jim Rohn
«Un buen líder lleva a las personas a donde quieren ir. Un gran líder las lleva a donde no necesariamente quieren ir, pero deben de estar».
— Rosalynn Carter
En ninguna parte de la definición de líder ni en las frases célebres se menciona que para ejercer el liderazgo se ha de ser hombre o mujer.
Pensemos ahora en la realidad:
Con estadísticas en mano, hay más líderes hombres que mujeres. La presencia de mujeres en los consejos de administración de empresas cotizadas en España es del 23% del total. ¿Por qué? Tomás Chamorro-Premuzic, psicólogo y autor de “Why So Many Incompetent Men Become Leaders“, lo explica diciendo que:
“Cuando se trata de líderes, no nos importa la competencia tanto como debería, ni en política ni en los negocios”.
Queda claro que tanto la educación como la idiosincrasia de nuestra sociedad, nos juegan una mala pasada… ¿La solución es imponer las mujeres cómo líderes? Absurda pregunta. Según Chamorro-Premuzic la opción correcta es poner foco en la evaluación del talento y el potencial, sea este del género que sea.
Pensemos ahora en lo que dice la ciencia
El psicólogo y escritor Daniel Goleman en su libro “Pequeño manual de inteligencia emocional”, a la pregunta de sí el género influye en las habilidades de inteligencia emocional necesarias para el liderazgo, no responde ni de forma afirmativa ni negativa. Añade que las mujeres tienden ser mejores que los hombres en empatía y los hombres en mostrar más seguridad en las relaciones sociales en el trabajo. Pero a la vez, estas diferencias generales desaparecen en los líderes exitosos. Voilà!
Otros estudios neurocientíficos -cómo el de Ragini Verma de la Universidad de Pensilvania– afirman que los hombres y las mujeres tienen cerebros conectados de manera diferente y a la vez complementaria: el masculino está optimizado para una comunicación efectiva dentro de cada hemisferio, el femenino es más fuerte en la interacción entre un hemisferio y otro.
Si la ciencia expone de forma objetiva que sí hay diferencias entre habilidades entre hombres y mujeres, añadamos a esas diferencias otros factores que influyen al liderazgo y no dependen del género. La cultura del país al que se pertenece, la organización que se lidera o la posición jerárquica que se ocupa, el momento a liderar… todo ello también influye en el liderazgo.
Y en estos momentos, ¿Qué líderes necesitamos? ¿Femeninos o masculinos?
Un ejemplo de ello lo podemos ver en estos momentos de cambio de paradigma mundial, lleno de incertidumbre.
El estilo de liderazgo necesario y adecuado para la mejor transformación tecnológica e innovación requiere de riesgo y valentía con gestión muy cercana y empática. Ello nos lleva a pensar que con una lectura de cómo definimos cada uno de los liderazgos, en este entorno los liderazgos femeninos más orientada a obtener beneficios de los equipos empresariales mixtos, serían más efectivos.
La conclusión sería que debemos escoger hombres o mujeres líderes según las circunstancias. Y eso es totalmente absurdo.
Según un estudio realizado por la Case Western Reserve University Cleveland, existen dos redes neuronales interconectadas que identifican dos estilos concretos de liderazgo: un sistema involucrado en la resolución de problemas, mantener el enfoque, la toma de decisiones y el control de las acciones (Task Positive Network), y otro sistema que tiene más que ver con el comportamiento ético y social, la autoconciencia, el conocimiento social, la creatividad y la moral (Default Mode Network).
El verdadero líder sabe cómo usar ambos sistemas y cómo hacerlo con transiciones rápidas según los entornos y necesidades.
Por todo ello, un debate entre liderazgo femenino versus masculino no aporta, cuando es para ver cuál es mejor o peor. Prefiero verlo cómo que hay dos alternativas cuya integración y complementariedad representan el futuro del liderazgo. Ambas alternativas pueden ser mostradas por hombres y mujeres, pues sí existe una predisposición natural, pero se pueden adquirir y alternar según las situaciones a liderar.
Reivindico -como mujer ejecutiva- no hacer del liderazgo un debate de sexos sino de habilidades y poner foco en lo importante: el valor del talento y potencial como objetivo. Exigir a tod@s los líderes ser competentes y, a los evaluadores, dejar los estereotipos a un lado. Y esperar de toda la sociedad una mayor educación, compromiso y responsabilidad.
Si lo hacemos habrá muchas más mujeres en puestos de liderazgo y construiremos un mundo mejor para tod@s, pues ganará el valor y el talento.
¿Vosotr@s que pensáis?
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CAMBIOS EN EL MUNDO LABORAL,ORGANIZACIONES Y LÍDERES. UNA OPORTUNIDAD por Anna Olsina.