En el marco de la próxima Jornada de Asesoramiento Financiero organizada por EFPA en San Sebastián, el 16 de octubre, tenemos el placer de entrevistar a Javier Ruiz Villabrille, Country Head en Flossbach Von Storch, que participará en el bloque dedicado a las “Perspectivas de la renta fija y renta variable”. En él, compartirá el escenario con voces como la de Alberto Goicoechea, responsable comercial en Lazard Fund Managers; Isabel Cánovas del Castillo, Sales Executive en J.P. Morgan Asset Management; y Aitor García Santamaría, director de Caja Laboral Gestión.
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Dado el panorama actual de mercados volátiles, Javier, ¿qué enfoque consideras más adecuado para gestionar una cartera de renta variable a largo plazo?
Más que de mercados volátiles, deberíamos hablar de incertidumbre económica a nivel global. No sabemos si la Fed va a conseguir el aterrizaje suave, ni sabemos cuán profunda va a ser la anemia económica en Europa. Tampoco sabemos si los estímulos en China serán suficientes para reactivar su economía. En este contexto, hay que centrarse en lo básico, empresas con modelo de negocio consolidado. Los mercados son impredecibles en el corto plazo, sin embargo, a largo plazo las cotizaciones reflejan fielmente los beneficios que van generando las empresas.
Lo que sí que tenemos que evitar es caer en valoraciones excesivas, hay compañías que están valoradas para un futuro perfecto y cualquier mínima desviación se traduce en castigos muy severos, a veces irrecuperables. La disciplina en la vigilancia de las valoraciones es clave, tanto para decidir cuándo se entra en una empresa, como para ver cuándo se sale. Se impone la gestión activa con sentido común.
En un escenario de incertidumbre económica global, ¿cómo equilibrarías una cartera diversificada para protegerla de los riesgos a corto plazo sin sacrificar el crecimiento a largo plazo?
La gran noticia es que los tipos positivos han vuelto a hacer de la renta fija un elemento de diversificación y estabilización de las carteras como pudimos comprobar el pasado mes de agosto. Las carteras multiactivos cobran ahora un atractivo que no tenían durante la fase de tipos cero o negativos. Tienen la ventaja de que se pueden adaptar a cualquier perfil, especialmente los más conservadores. Este tipo de inversores salió muy escaldado de 2022 y aprovechó para orientar su cartera hacia productos de rentabilidad asimilable a “garantizada”.
Siendo entendible, no es la mejor opción, se centra más en el resultado del pasado reciente que en el potencial futuro. Hay que recordar que esa misma rentabilidad “garantizada” de los tipos también se integra en las carteras diversificadas, proporcionando un colchón que se puede complementar con inversiones en renta variable que nos garanticen, al menos, la preservación del valor real de nuestro patrimonio.
¿Qué mensaje o mensajes quieres transmitir durante tu intervención en la Jornada, Javier?
Después de muchos años, estamos en un escenario muy positivo para aprovechar lasa bondades de los productos multiactivos. Los tipos positivos dan atractivo a la inversión en bonos, ofrecen diversificación y rentabilidad. La renta variable es la única clase de activo que nos garantiza protegernos contra la inflación, pero cuidado, en los últimos años hemos visto un comportamiento de los índices invariablemente ascendente guiados por un puñado de valores. En un entorno económico menos claro, el mercado va a discriminar, las acciones valoradas para la perfección tienen un perfil asimétrico, la más mínima desviación sobre sus objetivos puede generar pérdidas severas. Insisto, se impone el sentido común.