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Trump, China y el juego de la deuda: negociar con ventaja, no con disculpas

Trump

Trump retoma su papel favorito: el del negociador despiadado que convierte cada crisis en palanca. En esa partida, el déficit comercial, los aranceles y hasta la deuda con China son fichas que mueve con un objetivo claro: imponer las reglas del juego. Un artículo de opinión de Enrique Piriz Escudero.

Donald Trump no negocia para hacer amigos. Negocia para ganar. Y ahora, con la economía global en vilo y la deuda de EE. UU. superando los 34 billones de dólares, Trump vuelve a hacer lo que mejor sabe hacer: presionar a todos los demás y desafiar a que parpadeen primero. No se trata de política. No se trata de políticas públicas. Se trata de ventaja estratégica. Y Trump juega ese juego mejor que muchos juegan al ajedrez.

El déficit comercial: no es solo una cifra, es un arma

Para Trump, el déficit comercial de EE. UU. no es una estadística, es un insulto. Significa que alguien más está ganando, y eso no se tolera. Mucho menos si el otro lado es China. Cada mil millones de déficit es otra razón para golpear con más fuerza, presionar más y exigir mejores condiciones. Y eso es exactamente lo que está haciendo. Ya sea con aranceles al acero chino, amenazas a fabricantes europeos o presión sobre México, Trump está cambiando la dinámica de poder. Está diciendo: “¿Quieren acceso al mercado estadounidense? Páguenlo”.

China: el competidor que tiene el pagaré

Aquí es donde la cosa se pone interesante. Mientras Trump habla con dureza sobre China, también sabe que ellos tienen en sus manos una gran porción de la deuda de EE. UU.: más de 800 000 millones de dólares en bonos del Tesoro, para ser exactos. Eso no es solo una cifra: es palanca. Para ambos lados. China no puede deshacerse de esos bonos sin hundir su propia economía. Y Trump lo sabe. Eso es lo que le da margen de maniobra. Mientras los medios hablan de riesgos, Trump ve oportunidades. China necesita el mercado estadounidense. Necesita estabilidad. Lo que significa que, al final, necesita llegar a un acuerdo.

Los aranceles no son el objetivo. Son la herramienta

Trump no impone aranceles solo por imponerlos. Los usa como un litigante experimentado usa la presión: aplicarla en el momento justo, obligar al otro a sentarse a la mesa. Y cuando lo hacen, ya están en desventaja. No busca negociaciones educadas. Busca la máxima ventaja. Por eso mantiene a los mercados en vilo. Cada titular, cada tuit: todo es parte de la jugada. Controla la narrativa, marca el ritmo y obliga al otro a reaccionar.

El reloj de la deuda avanza, pero no es solo problema de Trump

Pongamos algo en claro: sí, EE. UU. está enterrado en deuda. Pero es una deuda de la que el mundo depende. Si Estados Unidos cae, todos pierden. Y Trump lo sabe. No le teme a los números. Apuesta a que nadie más se atreverá a desconectar el sistema. ¿Y si alguien lo intenta? Lo convertirá en otra negociación. Otro trato. Otra victoria.

Conclusión: no negocies con miedo. Haz como Trump. Úsalo

El estilo de Trump no es para todos. Es agresivo. Es impredecible. Incomoda. Pero ese es el punto. No está aquí para jugar con las reglas viejas: está aquí para reescribirlas. Cuando tienes la economía más grande, el ejército más fuerte y la moneda más influyente del mundo, no suplicas acuerdos. Los dictas. Esa es la base del manual de Trump.

No es personal. Es negocio. Y está aquí para cerrarlo.

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