Icono del sitio Asesores Financieros – Efpa

Por qué la deslocalización y relocalización desencadenarán una reindustrialización de Occidente

Occidente

Asistimos al renacimiento industrial de Occidente, un movimiento de deslocalización y relocalización de las cadenas de suministros motivado por la desglobalización”, señalaba Patricia de Arriaga, subdirectora general adjunta de Pictet AM Iberia, en un webinar organizado por EFPA y titulado Renacimiento industrial de Occidente. A continuación, compartimos un resumen con lo más relevante del encuentro, presentado por Begoña Alfaro, delegada territorial del Comité de Servicios a Asociados EFPA España (Navarra).

El ritmo de globalización se ha ido ralentizando, siendo el principal motivo la protección frente al riesgo geopolítico. Además, el apoyo regulatorio está siendo clave en impulsar la reindustrialización. Aunque los mayores costes en países occidentales limitan el alcance, la robótica, la automatización y la inteligencia artificial son una solución. Además, se requiere energía limpia y asequible. Los beneficiarios son empresas con tecnologías que facilitan la reindustrialización eficiente: proveedores de bienes de equipo, automatización y software, infraestructuras y centros de datos, y energía y servicios.

De globalización a desglobalización de Occidente

Asistimos, de manera incipiente, al renacimiento industrial de Occidente, un movimiento de deslocalización y relocalización de las cadenas de suministros motivado por la desglobalización.

Efectivamente, el incremento del comercio mundial ha durado décadas, pero, tras haber alcanzado su récord en 2008, ha ido perdiendo impulso, al tiempo que los intereses de China y sus aliados, así como los de EE. UU., Europa y sus Estados amigos, se han distanciado más. De manera que muchas empresas han empezado a reubicar sus fábricas en países aliados o invertir en cadenas de suministro nacionales.

Es importante recordar que la globalización se vio impulsada con la entrada de China en 2001 en la Organización Mundial del Comercio. Las empresas internacionales movieron sus centros de producción a China, dada su competitividad en manufactura y mano de obra barata. El resultado es que, a pesar de que el comercio neto de bienes de EE. UU. con el exterior se redujo y el internacional se estancó entre 2008 y 2009, el déficit comercial de EE. UU., que era del 32 % en 2008, llegó a ser de 48,2 % en 2015.

Pero el ritmo de globalización se ha ido ralentizando. El punto de inflexión se produjo en 2016 con el primer mandato de Trump, el Brexit y la consolidación del poder en China. Además, la pandemia de 2019 fue un cisne negro durante el cual se rompieron las cadenas de suministros, lo que disparó la demanda de inventarios y motivó a las empresas instaladas en China a diversificar sus cadenas de suministro en otros países. Las intervenciones proteccionistas se incrementaron desde la Cumbre de Roma de 2021, y las llamadas a la reindustrialización crecieron exponencialmente.

Factores que apoyan la reindustrialización

El principal motivo para la deslocalización es la protección frente al riesgo geopolítico, derivado de la existencia de un mundo bipolar entre EE. UU. y China y la competencia por ser líderes tecnológicos. China, el mayor comerciante del mundo, produce más barato y ha utilizado ese dominio en sus intereses geopolíticos, incluso respecto a materiales críticos como el litio o el grafito. La invasión de Ucrania por Rusia ha agravado esta ralentización. De manera que, entre 2011 y 2022, ha sido cada vez más recurrente la disrupción de las cadenas de suministros, aunque en casos puntuales por fenómenos climatológicos, como el tifón de Taiwán, problemas laborales y volatilidad económica.

El resultado es que ha resurgido el proteccionismo y las estrategias industriales lideradas por Gobiernos, destinadas a reducir dependencias comerciales y asegurar el abastecimiento en industrias clave y suministros básicos frente a importaciones de otros países, especialmente de China. Entre otros aspectos, una invasión en Taiwán por parte de China crearía un riesgo considerable para el ensamblaje y fabricación de circuitos integrados. Las estimaciones indican que una guerra en Taiwán puede afectar al 10 % del PIB mundial. No es de extrañar que Taiwan Semiconductor Manufacturing Company (TSMC), el mayor fabricante mundial de microchips, vaya a recibir hasta 11.600 millones de dólares del Gobierno de EE. UU. en ayudas para fabricar localmente.

Regreso a los EE. UU.

Así, EE. UU. ha sido especialmente beligerante con China, con la prohibición de exportación de chips avanzados para inteligencia artificial. Por su parte, una directiva del Gobierno chino de 2022, ampliada hasta 2027, obliga a las empresas estatales chinas a reemplazar tecnología estadounidense por proveedores chinos. Cisco ha visto su hardware sustituido por productos de competencia china. Ante los aumentos de salarios, disminución de ingresos y riesgos geopolíticos, IBM ha decidido cerrar sus operaciones allí, que se remontan a décadas atrás.

Apple, que ensambla casi todo en China, Vietnam e India, ha deslocalizado su producción a EE. UU. mediante su principal ensamblador, Foxconn, ante el aumento de costes y problemas de suministro. Un tercio de sus proveedores ya está en EE. UU. y el chip para el último iPhone es fabricado por una empresa taiwanesa establecida en Arizona. En Adidas, la mitad de los proveedores está en EE. UU. u otros centros de producción ante el riesgo de suministro de China. En total, unas 1.500 empresas han vuelto a EE. UU.

Apoyo regulatorio clave

El apoyo regulatorio ha sido clave para impulsar la reindustrialización, especialmente en EE. UU., con la Ley de Chips y Ciencia, que pretende catalizar inversiones en la capacidad nacional de fabricación de semiconductores, I+D y comercialización de tecnologías punteras y energías limpias; la Ley de Reducción de la Inflación, para catalizar inversiones en manufactura nacional, fomentar la adquisición de suministros críticos a nivel local y dar impulso a tecnologías de vanguardia como la captura y almacenamiento de carbono e hidrógeno limpio; y la Ley sobre Infraestructuras.

Se trata de un programa de financiación muy amplio, de 1,85 billones de dólares, con subvenciones y créditos fiscales, el mayor gasto gubernamental desde la Guerra Fría, que ya beneficia a grandes empresas estadounidenses y a las que cumplen los requisitos. De esta manera, la Administración Biden-Harris ha catalizado un billón de dólares en inversiones del sector privado en energías limpias, semiconductores y manufacturas avanzadas. Hasta ahora, entre el 16 % y el 20 % de los planes se ha implantado mediante inversión privada.

En todo caso, los mayores costes de producción en países occidentales limitan el alcance de una deslocalización y relocalización masiva, pero la robótica, la automatización y la inteligencia artificial son una solución. Y requiere energía limpia y asequible. Los beneficiarios son empresas con tecnologías que facilitan una reindustrialización eficiente: proveedores de bienes de equipo, automatización y software, infraestructuras y centros de datos, y energía y servicios.

Oportunidades de inversión

Ahora bien, la deslocalización durante décadas produjo falta de inversión y estancamiento de la fabricación en EE.UU.  Además, la relocalización requiere de una fuerza laboral competitiva, pero de 2000 a 2015 en torno a 3,8 millones de puestos de trabajado se desplazaron de EE. UU. a China. 

De ahí que el impulso de la relocalización hasta 2023 haya facilitado la recuperación de 40% de los empleos desplazados. Incluso en 2023 el empleo industrial en EE. UU. había llegado a máximos desde 1984.  Con todo, la repatriación de las cadenas de suministro crea escasez de mano de obra e históricamente un mercado laboral ajustado, que incentiva a las empresas a automatizar. De manera que la automatización, robótica y digitalización deben facilitar la producción local de bienes de alta calidad a precios competitivos, con aumento de la productividad laboral.

Las políticas de Trump: una hipótesis de su aplicación

Por otra parte, las actuales políticas de Trump incluyen aranceles, recortes de impuestos, eficiencia del Gobierno, inmigración y desregulación, con promesas son muy radicales. Nuestra hipótesis es que aplique el 50% de lo que prometió, 10% aranceles universales, 30% a China, recorte de impuesto de sociedades al 18%, 75% de la desregulación en el sector financiero y el de energía y 25% de las deportaciones de migrantes. Además, la transición hacia energías renovables tiene sentido económico. En 90% del mundo la energía eólica y solar son las fuentes de electricidad más baratas, sin subsidios. Aunque EE. UU. quiera reducir la velocidad de esta transición, no cambia la dirección del viaje.

El caso es que mientras China y EE. UU. luchan por el primer puesto del orden económico mundial, la posición de Europa es más incierta y problemática. Hay muchas razones para ello, entre ellas la falta crónica de inversión en tecnología e innovación, un sector público sobredimensionado, regulaciones que limitan la actividad económica, un mercado de capitales fragmentado, altos niveles de deuda y demografía en constante declive. Europa se ha visto muy muy afectada por la dependencia de China y por la guerra en Ucrania y es más difícil de consensuar. Pero está dando pasos para la relocalización, incluyendo la Ley de Chips y subvenciones directas a energías limpias, placas solares, baterías y bombas de calor.

Hay que tener en cuenta que la Agencia Internacional de la Energía observa que la demanda de electricidad, especialmente en EE.UU. y Europa, aumenta tras haber permanecido estancada 25 años. Los impulsores incluyen los centros de datos, la electrificación de la economía y el resurgir de la fabricación relacionada con la deslocalización y relocalización.

Occidente: ¿quién tiene la clave del crecimiento?

En cuanto a la movilidad eléctrica o la conducción autónoma, hay empresas de semiconductores como Infineon, en Europa, o NXP Semiconductors, que generan miles de millones en flujo de caja libre y no necesitan financiación externa ni nueva deuda para crecer. En fabricación eficiente destacan compañías como Schneider Electric, y en software industrial, Autodesk, que facilita la sustitución de objetos y procesos físicos por digitales. Respecto a los edificios, cabe destacar la innovación en los centros de datos mediante refrigeración no solo por aire, sino también líquida.

En todo caso, los centros de datos, en particular los relacionados con la inteligencia artificial (IA), son el principal impulsor de una previsible cuadruplicación del ritmo de crecimiento del consumo de energía en los próximos años, del 0,5% al 2%, equivalente a 1,4 veces la demanda de electricidad de Suiza. De hecho, los grandes hiperescaladores estadounidenses —Meta, Microsoft, Amazon y Google— invirtieron en 2024 más de 250 000 millones de dólares, sobre todo impulsados por los centros de datos de IA. En Europa, la tendencia es similar.

Sin embargo, los centros de datos necesitan una fuente de energía permanente y asequible, idealmente limpia, además de transformadores y sistemas de gestión inteligentes, con implicaciones para el mercado de semiconductores. Al respecto, hay compañías que fabrican herramientas como Applied Materials o ASML. También se requiere software para su diseño, proporcionado por empresas como Synopsys o Cadence.

Evolución de los semiconductores

Pero, sobre todo, hay que tener en cuenta la evolución de los semiconductores. Las unidades de procesamiento central (CPU) tradicionales permiten realizar diferentes operaciones sin necesidad de reprogramación.

Las unidades de procesamiento gráfico (GPU), que fabrica Nvidia, son mucho más eficientes energéticamente y altamente flexibles. Esta empresa domina el mercado, con una cuota del 90%, gracias a una solución estándar, barata y versátil. A ello se añade un nuevo tipo de chip, el FPGA, más eficiente energéticamente, pero que requiere programación específica para cada operación y que fabrican compañías como Intel y AMD. Finalmente, los chips ASIC, como los de Marvell o Broadcom, están diseñados para funciones específicas y pueden personalizarse para aplicaciones de IA, con ahorros de hasta un 40 % en consumo energético. Se estima que la cuota de mercado de este tipo de procesador podría triplicarse hasta alcanzar el 20% en 2030.

Rate this post
Salir de la versión móvil