La ciudad de Florencia, cuna del Renacimiento, fue el epicentro de una revolución financiera que transformó la economía europea y global durante los mismos años en los que Leonardo da Vinci revolucionaba el arte y la ciencia. Liderada por los Medici, impulsó la letra de cambio, la contabilidad por partida doble y las redes de sucursales internacionales. En el número 19 de la revista, abordamos cómo surge la banca moderna, que a continuación compartimos en dos entregas.
Como ya comentamos en el número 18 de Asesores Financieros EFPA, entre los siglos XIII y XV también en los reinos italianos– surgió un sistema contable que se apoyaba en la partida doble, una revolución que facilitaba el control de las operaciones financieras y comerciales y que supuso un gran apoyo para el crédito internacional y la diversificación de riesgos de lo que podemos llamar los primeros bancos modernos.
Una revolución sobre la que se iban a apoyar familias como los Medici, los Peruzzi y los Bardi para mejorar la manera en que se daba crédito a comerciantes y monarcas, y que sentó las bases de las prácticas bancarias modernas, sin las cuales es imposible entender la morfología e instituciones del capitalismo moderno. En este nuevo capítulo de la serie Historia de las finanzas, queremos explorar las contribuciones de la banca florentina, las razones de su éxito y también su eventual declive.
Contexto económico y político
Durante la Baja Edad Media, Florencia se convirtió en una de las ciudades más prósperas de Europa gracias a su industria textil y su papel como centro comercial, rivalizando con Venecia. La necesidad de gestionar grandes sumas de capital llevó al desarrollo de sofisticadas prácticas financieras, consolidando a Florencia como un laboratorio de innovación, al igual que más tarde lo serían Ámsterdam, Londres o Nueva York.
Ciudades como Florencia, Venecia, Génova o Barcelona —con su estricta Taula de Canvi, admirada por Nassim Taleb— concentraban el comercio de Flandes, Oriente Medio y la península ibérica. Esta actividad exigía una infraestructura financiera capaz de sostener expediciones costosas, gestionar riesgos y facilitar el intercambio de monedas. Así surge la banca florentina, precursora de la banca moderna, con innovaciones como la letra de cambio, las cartas de crédito y el uso de filiales en distintas ciudades para evitar el siempre costoso y peligroso traslado de dinero, un modelo que luego inspiró a los Rothschild, Warburg y Morgan.
Breve viaje al pasado
Imagina que eres un comerciante en la Europa medieval. Tu negocio depende de comprar seda en Constantinopla y venderla en las ferias de Brujas, pero hay un problema: ¿cómo pagar a tu proveedor en una ciudad tan lejana sin arriesgarte a perder todo tu dinero en el camino? Transportar grandes cantidades de monedas de oro o plata no solo era incómodo, sino también extremadamente peligroso. Además, cada región tenía su propia moneda, lo que complicaba aún más las transacciones. Al mismo tiempo, el comercio a larga distancia era (y es) funda mental para el crecimiento económico y para la división internacional del trabajo, pero entonces quedaba muy limitado por algo que hoy puede parecer tan trivial como la falta de un sistema seguro, estandarizado y confiable para realizar pagos.
“Transportar grandes cantidades de monedas de oro o plata no solo era incómodo, sino también extremadamente peligroso“
La banca florentina introdujo varias innovaciones que siguen siendo fundamentales en las finanzas modernas. La más relevante fue la popularización de la letra de cambio, primer producto estandarizado para pagos aplazados en tiempo y lugar, y predecesora directa de los cheques y giros bancarios actuales. Además, fue clave en la adopción por todo el continente de la contabilidad por partida doble, adoptada cada vez por más bancos y comerciantes (y también casas reales), y que fue la piedra de toque fundamental para la estandarización de la contabilidad moderna en todo el mundo.
El legado de la banca florentina
En tercer lugar, la banca florentina entendió el valor de las redes de sucursales internacionales (como ya lo
habían entendido los templarios) para apoyar las operaciones de crédito basándose en un profundo conocimiento local, lo que permitía una diversificación real del riesgo; un modelo que seguiría el resto de grandes dinastías de banqueros (desde los Rothschild hasta los Warburg).
Finalmente, con los Medici se inicia el uso generalizado del crédito y los seguros financieros para mitigar y gestionar los riesgos inherentes al comercio internacional, lo que supuso un impulso sin precedentes a su crecimiento. Una fuerza y creación de riqueza que permitió, como se recuerda hoy, que la banca florentina, y muy especialmente los Medici, pudieran financiar el Renacimiento, patrocinando a artistas como Brunelleschi, Botticelli y Miguel Ángel, protagonizando uno de los períodos de mayor esplendor y gloria en la historia del arte.
Es ahí donde la banca florentina hace su gran contribución con la consolidación de la letra de cambio, documentos que contaban con el endoso de un tercero y permitían gestionar pagos con terceros sin necesidad de trasladar efectivo de forma física. Raymond de Roover, uno de los mayores expertos en finanzas medievales, señala cómo “la letra de cambio transformó la naturaleza del crédito mercantil, permitiendo el financiamiento de operaciones comerciales sin la necesidad de grandes reservas de efectivo”.
La letra de cambio fue una herramienta clave en el desarrollo del comercio y las finanzas. ¿Te interesa saber cómo evolucionó este documento y qué impacto tuvo en la economía moderna? No te pierdas la siguiente entrega.