Hace algunos años, no era tan raro escuchar comentarios por parte de clientes sobre su desconfianza por el simple hecho de recibir asesoramiento por parte de una mujer o, cuanto menos, su sorpresa por el simple hecho de que fuera una profesional la que les atendiera. Pero las circunstancias han cambiado. De hecho, se trata de un proceso de transformación que EFPA ha vivido muy de cerca. Durante los primeros años, la proporción de asociados EFPA era 80/20, hasta el momento actual, donde se ha alcanzado una paridad casi absoluta en cuanto al número de hombres y mujeres asociados.
Esa evolución de EFPA España es fiel reflejo de la evolución de la sociedad.
Si hace dos décadas no era habitual ver a mujeres profesionales en la industria financiera, en general, y en el ámbito del asesoramiento, en particular, ahora nadie se extraña. Esa es una conquista que debemos celebrar, que ya nadie repare en el hecho de ver a mujeres en todo tipo de puestos de responsabilidad en la industria financiera.
De ahí que el objetivo no tiene que ser incentivar que las chicas jóvenes cursen estudios relacionados con las finanzas para cumplir estándares de paridad, sino asegurarnos que ninguna descarte esta posibilidad, por el simple hecho de ser mujer, pensando que se trata de una profesión copada y reservada para los hombres. Buena demostración del recorrido de las últimas décadas es el hecho de que cada vez haya más referentes ocupando puestos muy altos en el sector financiero. Tenemos a Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo, Ana Botín, presidenta del Banco Santander o Kristalina Guerorguieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional. O el caso de Janet Yellen, actual secretaria del Tesoro de Estados Unidos, anterior presidenta de la Reserva Federal y presidenta del Consejo de Asesores Económicos en la etapa de Bill Clinton.
En este punto, sí que existen algunos retos que todavía debemos afrontar.
En primer lugar, trabajar para fomentar la conciliación de la vida profesional y la familiar, que es sin duda el gran problema al que se enfrentan las mujeres profesionales. La entrada del teletrabajo ha sido fundamental para mejorar este aspecto. En el caso de la profesión de asesoramiento, se ha demostrado que el modelo híbrido funciona muy bien, puesto que hay una parte de contacto personal que no se puede perder, pero también hay otras labores que se pueden desarrollar a distancia. Incluso la digitalización está ayudando a llegar de forma más sencilla a todos los rincones del país. Por ejemplo, nuestro sistema de webinars en EFPA está permitiendo que los asociados se conecten desde cualquier sitio con conexión web, para recibir formación continua y acumular horas de recertificación.
Aunque es cierto que estamos mejorando en esta materia, no es suficiente, de ahí que el sector financiero ya esté trabajando para implementar una serie de medidas que incentiven el teletrabajo como esa vía para ayudar a la conciliación.
Ese es el objetivo que una sociedad moderna tiene que marcarse. Que ni una sola mujer tenga que verse en la tesitura de elegir entre cuidar a sus hijos o crecer profesionalmente.
Otro de los retos para el presente pasa por acortar la brecha de genero entre los pensionistas españoles que, según los datos de Eurostat (2019), se encuentra en el 31%, ligeramente por encima de la media de la Unión Europea (29%). No obstante, en el caso de España se ha reducido cuatro puntos desde 2010, en parte gracias a la progresiva introducción de las mujeres en el mercado laboral desde hace décadas, cada vez en puestos de trabajo más cualificados y, por lo tanto, mejor remunerados, que debería hacer que esa brecha de genero se siga reduciendo. Pero todavía queda un camino largo para lograr reducir esta brecha, sobre todo para que el cálculo de la pensión no penalice a las mujeres que hayan reducido su vida laboral en algunas etapas para cuidar a su familia. De nuevo, la clave pasa por impulsar más políticas de conciliación laboral que permitan reducir las diferencias entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo, es decir, tratar de resolver parte del origen de la brecha entre sexos en la etapa de retiro.
En lo que sí que existe diferencias, pero que se puede convertir en una ventaja, es en algunos aspectos del perfil de inversión y ahorro entre los hombres y las mujeres, puesto que estas últimas suelen adaptar posiciones más conservadoras a la hora de gestionar sus inversiones, al tener un perfil más reflexivo que hace que se piensen más la toma de cualquier decisión.
Se trata de un aspecto interesante ya que, en el escenario actual de tipos bajos e inflación disparada, unas posiciones más conservadoras pueden repercutir de forma negativa y provocar una pérdida de poder adquisitivo en los clientes pero, al mismo tiempo, en momentos de máxima tensión (crisis del COVID-19, invasión de Ucrania…), está demostrado que las mujeres se muestran más pacientes que los hombres, evitando en ocasiones tomar decisiones precipitadas. En este sentido, las entidades que apuestan por equipos de inversión mixtos pueden complementarse de forma magnífica para ofrecer la mejor estrategia de inversión a sus clientes.
Aunque todavía queda camino por recorrer, la industria del asesoramiento financiero puede ejemplificar cómo el esfuerzo y el talento no entienden de género ni de sexo, y cómo el buen trabajo termina repercutiendo en la mayor satisfacción de los clientes.