Vivimos en unos días convulsos. La Bolsa española afronta desde el pasado mes de mayo de 2018 una tendencia bajista. La lideran diversos factores: cambio de Gobierno, dudas en países vecinos, guerra comercial abierta entre EE.UU y el resto del mundo, etc. Vamos a analizarlo.
Por otro lado, los periódicos nos inundan de noticias de que la economía española desacelera y, para más inri, las previsiones de los distintos organismos supervisores como la OCDE o la Comisión Europea se revisan a la baja.
Diversos analistas y diversas casas de inversión apuestan que puede ser una corrección de la economía y los mercados sin más. Ahora bien, todos estos hechos han dilapidado las ganancias del Ibex-35 en el año. A día de hoy, se deja un 11,12% desde el año pasado. Además, los diversos indicadores económicos sintéticos tornan a peor. Parece que estamos en el fin del ciclo económico expansivo.
Todo esto lleva a pensar que vivimos en un ambiente volátil y para nada predecible.
Tras sufrir la mayor crisis económica desde el crack del 1929, una vez más, parece avecinarse una desaceleración de la economía.
Pero ¿podríamos pensar que todos estos acontecimientos (así como sus correspondientes crónicas y opiniones ) pueden provocar un efecto perverso en nosotros?
Cuando creamos nuestras propias recesiones…
Permítanme que retroceda al pasado mes de junio de 2018. Momento en que la administración Trump consuma sus amenazas:
Impone aranceles al acero y al aluminio a la UE, Canadá y México tras no lograr con los mismos un acuerdo que reduzca su déficit comercial.
Estábamos ante el primer aviso de que el comercio mundial se iba a tambalear. Un mes más tarde, Estados Unidos aprobaba la imposición de un arancel. Ni más ni menos que el 25% a una lista de 1.300 productos chinos. Esto causó severas críticas del FMI y del propio Gobierno chino.
El propio Fondo Monetario Internacional, en su informe “Perspectiva Económica Mundial” del pasado mes de julio de 2018, rebajaba las perspectivas de crecimiento del comercio mundial de las grandes potencias debido al aumento del proteccionismo. Aun así, a lo largo de estos meses, varias medidas similares se han puesto en marcha entre ambos países.
Ante esta situación, tras el fin de la época estival y celebrando el décimo aniversario de la caída de Lehman Brothers, la OCDE publicaba una revisión de sus previsiones de crecimiento de las diferentes áreas geográficas. Señalando como causas:
- La incertidumbre en el comercio internacional debido al auge del proteccionismo
- Los efectos adversos en la confianza para llevar a cabo planes de inversión.
Cambio de Gobierno en España: factor de riesgo para los mercados
Durante este periodo de tiempo, en España no éramos ajenos a todo si bien nuestra propia economía empezaba a hacer frente a un inesperado giro político. Pedro Sánchez y su Gobierno socialista llegaron al poder el pasado 2 de Junio de 2018.
Si bien, en un principio, al comprometerse a aprobar los presupuestos de su predecesor no supuso un aumento perceptible de la incertidumbre económica, en pocas semanas diversas declaraciones acerca de sus posibles nuevas medidas económicas empezaban a levantar ciertos recelos entre los economistas.
En primer lugar, el nuevo gobierno está mucho más enfocado al cambio del mix energético en España.
Eso ha supuesto, por un lado, la intención de equiparar el impuesto al diésel, apuesta por las energías renovables y el parque móvil eléctrico.
Por otro lado, en materia tributaria, mayor laxitud en la reducción del déficit y aumento de la carga impositiva a las rentas altas y grandes empresas.
Por último, sus propuestas de empleo pasan por desmantelar la reforma laboral de 2012:
- Devolviendo el protagonismo al convenio colectivo
- Incrementando el salario mínimo interprofesional
- Acabando con los falsos autónomos
Aunque el Ejecutivo se declara a favor de la tendencia europea de control de gasto y reducción del déficit y la deuda pública, lo cierto es que los últimos movimientos de cara a la aprobación de los Presupuestos Generales de 2019 demuestran más bien lo contrario.
Esto supone un aumento de la incertidumbre económica en tanto en cuanto afecta directamente a la llegada de inversión extranjera. Así como a los posibles proyectos de inversión propia de empresas.
El papel de Italia
Situación similar a la que se vive en el país vecino de Italia. Allí, el gobierno de coalición, previo a al acuerdo del español, ya había presentado su propuesta de presupuesto para el próximo ejercicio.
El Gobierno italiano prevé que sus cuentas amplíen el descuadre entre ingresos y gastos hasta el 2,4% del PIB. Para ello, usará una estrategia de aumento del gasto público. Destinada, según el primer ministro Giuseppe Conte, a lograr el impulso del crecimiento que el país necesita.
Ante el anuncio, las bolsas cerraron con caídas a la vez que la rentabilidad del bono italiano subió hasta el 2,90%.
La revisión que realiza la Comisión Europea ha comunicado que Italia debe rectificar sus presupuestos. Y es que “exceden” todas las recomendaciones de Bruselas. Tampoco cumplen el compromiso de reducción de deuda pública. Que actualmente está en el 130% del PIB).
Ralentización general de la economía
Los datos de desempleo de Julio de 2018 presentados por el INE, mostraban una ralentización de la creación de empleo. Se trata del mes de Julio en el que menos creció la afiliación media a la Seguridad Social (tan solo un 0,2% mensual). Además, fue el peor dato desde Noviembre de 2013, eliminando la estacionalización. Eso sí, hay que destacar que la creación de empleo se mantuvo estable en el 3%. Tras los datos de Agosto, el Gobierno ya reconocía una ralentización de la creación de empleo confirmada en los últimos datos de la EPA.
Pero esta tendencia no se refleja solo en el empleo. En verano otros indicadores, como el consumo privado, mostraron su peor comportamiento: Desde el último año y medio creció solo un 0,2% frente a crecimientos estables del 0,7% y el PMI confirmo este dato.
Las exportaciones tampoco se comportaron bien, ya que experimentaron un descenso del 1% en el segundo trimestre. Igualmente, datos (como el peor comportamiento del sector turístico) no hacen sino añadir más leña al fuego.
Los distintos organismos confirman la ralentización del crecimiento durante 2018
Actualmente, las distintas previsiones que se lanzan desde los diversos organismos hablan de una ralentización real.
Por ejemplo, la Comisión Europea, en su última revisión de perspectivas económicas, ha rebajado el crecimiento previsto para este año (un 2,8% en Julio frente al 2,9% indicado en Mayo).
Por su parte, el FMI mantuvo su apuesta por el crecimiento del PIB español en un 2,8% a pesar de la bajada generalizada marcada en toda la UE.
Sin embargo, la OCDE y el propio Banco de España ya hablan de una moderación del crecimiento. El Banco de España, en su último informe de Septiembre, rebajaba la previsión al 2,6% del PIB, alentando al Gobierno a seguir reduciendo la deuda del Estado y continuar con las reformas que permitan continuar con el crecimiento.
Estas tendencias también se demuestran en los distintos paneles que se publican en España. Por poner un ejemplo, los estudios que se realizan por parte de la aseguradora Crédito y Caución, muestran como el indicador del sentimiento de la economía tiende a la baja.
Desde Abril de 2018 en el que alcanzó un valor de 110,6 puntos. Es decir, que el indicador ha bajado hasta 107,4 en Octubre. Igualmente, la confianza de las empresas ha alcanzado su nivel más bajo en ese mes. Tan solo un 19% de las consultadas cree que su situación mejorará. Frente al 65% que cree que la situación se mantendrá. Es decir, los gerentes ya no esperan una mejora de la economía de sus firmas.
¿Será una desaceleración puntual de 2018 o una recesión?
Llevamos cerca de seis meses con noticias económicas que hablan de los posibles efectos adversos de todos estos hechos sobre la economía mundial. Y más específicamente sobre la economía española.
Como economistas, no podemos negar que las medidas proteccionistas de Donald Trump o las anunciadas por el Gobierno italiano no sean cuanto menos alarmantes. Ello, en tanto en cuanto van contra el libre comercio internacional que tanto nos ha impulsado. O la corrección de las cuentas y de la deuda pública que tan mal paradas han salido de la última crisis.
Lo que me gustaría poner en relieve es que estas propias noticias que he hemos ido comentado pueden provocar un “efecto perverso”.
En 2014, por ejemplo, el Gobierno de Mariano Rajoy se empeñaba en ver siempre la parte positiva ante la publicación de cualquier dato económico. Lo cierto es que no sería del todo impensable que, dados los recientes efectos de la anterior debacle económica, los empresarios y consumidores pueden retraerse aún más ante una nueva desaceleración. Viendo las perspectivas que se aprecian en todos los medios de comunicación.
Realmente, estamos ante una situación aún más incierta. Ya no solo por el alcance de las medidas que llevan a cabo los Gobiernos o entidades financieras. Sino por el efecto que van a provocar las noticias y los diferentes artículos de opinión sobre las perspectivas de cada empresario y consumidor.
Por tanto, ante esta situación, deberíamos analizar los datos de la forma más objetiva posible. Ser conscientes de que, tanto si somos optimistas o pesimistas, nuestras opiniones pueden influenciar al mundo que nos rodea. Y podríamos estar contribuyendo a potenciar (en un sentido u otro) los efectos de los diferentes medios de comunicación.