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Los sesgos conductuales en las finanzas: 8 errores y cómo solucionarlos

Nuestro cerebro actúa de forma eficiente en base a experiencias pasadas, con los recursos a su alcance y tratando de ahorrar energía pero, en determinados momentos, coge atajos por caminos equivocados, de ahí la importancia de las finanzas conductuales y el análisis de sus sesgos para evitar la toma de decisiones erróneas en materia de inversión. ¿Cuáles son las principales trampas de nuestro cerebro que debemos aprender a evitar cuando invirtamos?  

1. No te limites a buscar opiniones iguales para reafirmarte en tu idea de inversión

El sesgo de confirmación es una predisposición peligrosa para el inversor, que siente la necesidad de buscar y creer en todo aquello que pruebe que merece la pena realizar una inversión que nos gusta y desechar opiniones contrarias. La solución pasa por buscar opiniones cualificadas de profesionales con la capacidad, trayectoria e inteligencia suficientes para proporcionar una visión objetiva.

2. No confundas acontecimientos recientes con tendencias

El sesgo de inmediatez alude a que las últimas experiencias son las que determinan nuestra manera de interpretar el futuro.

Como explica Harry Marlkowitz, un famoso economista ganador de un premio Nobel por la teoría moderna de la selección de cartera:

“El mayor error que comenten los pequeños inversores es: comprar cuando el mercado sube, suponiendo que lo seguirá haciendo, y vender cuando el mercado baja, suponiendo que seguirá bajando”.

Una de las maneras de no caer en esta trampa emocional pasa por reequilibrar la cartera una vez al año. ¿Qué significa esto?

Si un inversor comienza su andadura con una cartera compuesta en un 60% en renta variable y un 40% en renta fija, y la bolsa sube, podría encontrarse con un 70% en variable y un 30% en fija.

Automáticamente, vendería la renta variable para comprar la fija y volver a la tasa de asignación de activos acordada inicialmente. Lo positivo del reequilibrio es que nos obliga a comprar barato y a vender caro.

3. Evita el exceso de confianza

Existe una peligrosa tendencia de los seres humanos a creeros mejores (o más listos) de los que realmente somos, esto es, la constante exageración de nuestras capacidades, conocimientos y perspectivas de futuro, que nos hace ser capaces de

predecir el futuro comportamiento de la bolsa de valores, de los tipos de interés, del oro, del petróleo o de cualquier otra clase de activo. La solución pasa por las carteras diversificadas de fondos, lo más indexados posible, y mantener la inversión pase lo que pase.

4. No tomes atajos tentadores

La mejor manera de ganar en el juego de la inversión es alcanzar un rendimiento sostenido a largo plazo, pero la idea de pegar un “pelotazo” resulta muy tentadora, especialmente cuando pensamos que hay gente que se está enriqueciendo mucho más rápido que nosotros.

Debemos tener claro que los especuladores están predestinados al fracaso, mientras que los inversores disciplinados que mantienen su apuesta en el mercado frente a viento y marea tienen el éxito garantizado gracias al poder del interés compuesto.

De ahí que sea recomendable examinar nuestra cartera de inversiones una vez al año, enriquecer nuestra visión con distintos puntos de vista y estudiar el éxito de inversores ultrapacientes como Warrent Buffett o Jack Bogle.

5. No limites tu radio de inversión

El sesgo de familiaridad hace que los inversores prefieran confiar en lo que les resulta más cercano, lo que les empuja a invertir de manera desproporcionada en los mercados de su propio país y, a veces, incluso en acciones de su propia empresa o sector.

Richard Thaler y Cass Sunstein, reconocidos expertos en el campo de las finanzas conductuales, ejemplifican este sesgo con el caso de los inversores en Suecia, que tienen una media del 48% de su dinero metido en acciones suecas, a pesar del hecho de que Suecia representa el 1% de la economía mundial.

Para supera este sesgo, conviene hablar con un asesor financiero para asignar los activos a escala mundial, la diversificación geográfica reducirá riesgos y ayudará a aumentar las ganancias.

6. No magnifiques tu aversión a las pérdidas

Los seres humanos poseemos una tendencia natural a recordar mejor las experiencias negativas que las positivas, lo que se conoce como el sesgo de atención en lo negativo, lo que se traslada al recuerdo de sufrimiento por las pérdidas financieras frente al placer que provocan las ganancias.

Es importante cuantificar la aversión a las pérdidas, para hacerlas frente y contar con una correcta asignación de activos, así como contar con un asesor financiero con el que hablar sobre los temores y preocupaciones durante los momentos más críticos y que nos recuerde la estrategia acordada por escrito.

7. Cuidado con extrapolar el futuro según el pasado más reciente

El sesgo de la inmediatez provoca que tendamos a extrapolar el futuro según el pasado reciente, además suele ser complicado ir contra la opinión generalizada de nuestro entorno, salirse del rebaño.

Además, está el problema del anclaje a la predisposición a dar más peso a la información obtenida en primer lugar, que a una información nueva que la contradice.

Estos tres comportamientos: la extrapolación, el efecto rebaño y los puntos de referencia, dificultan seguir estrategias de inversión que se han comportado mal o comprar acciones baratas, por lo que no nos beneficiamos de la reversión a la media.

Para superar estos problemas derivados de la carga emocional en la toma de decisiones, conviene comprometerse a actuar a priori. Por ejemplo, vender cuando un valor sube por encima de un precio objetivo o comprarlo si se sitúa por debajo.

8. No te dejes arrastrar por el efecto Endowment

El efecto endowment es la hipótesis por la cual las personas atribuimos más valor a las cosas, únicamente por el hecho de poseerlas, lo que trasladado al ámbito de la inversión nos conduce a la falacia del coste hundido, el sesgo que lleva a mantener una inversión que ha generado o está generando pérdidas ante el temor a perder lo que ya se ha invertido.


VI Edición de Investments & Markets en Oviedo.

¿Por qué queremos trabajar menos horas? por Lorena Fernández, asociada de EFPA España.

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