El ejercicio 2023 ha comenzado de manera realmente fulgurante para los mercados de renta fija y variable. De hecho, en el caso europeo, se trata de uno de los mejores arranques de su historia. No cabe duda de que se trata de una buena noticia y que estaría en línea con nuestra estrategia general. 2023 puede ser un buen año de mercados y un mal año para economía real, singularmente para el crecimiento, en un contexto no obstante de reducción de inflación. En suma, una imagen inversa de 2022.
Sin ninguna duda, existen razones que apoyan este inicio tan positivo: la primera de ellas deriva del hecho de que buena parte de los analistas financieros opinan que, por un lado, las curvas de deuda deberían mostrar a lo largo de año una menor tensión, reflejando las menores presiones inflacionistas y, con ello, de subidas de tipos de interés por parte de los bancos centrales.
En segundo lugar, el crecimiento aún no se resiente en exceso (y subrayamos ‘aún’). Y, en tercer lugar, estamos ante un cierto efecto rebote, tras el auténtico susto que los propios bancos centrales dieron al mercado, singularmente el Banco de Japón, la Reserva Federal y, de manera especial, el Banco Central Europeo, en sus últimas reuniones de año. Tal vez los agentes económicos no les crean del todo, una vez pasado el shock de sus comparecencias. No obstante, llegados a este punto, conviene puntualizar una serie de aspectos para el inversor, especialmente relevantes en el corto plazo
Corto plazo: aspectos a tener en cuenta
Lo primero que cabe destacar es que el ciclo de subida de tipos se va a mantener. Esto parece obvio, en un contexto en el que la inflación aún no está controlada, ni de lejos. Sin duda, las cotizaciones actuales de los bonos reflejan este extremo. La cuestión es que no podemos asegurar que los mensajes de las autoridades monetarias vuelvan a ser tan poco constructivos como los que vimos en diciembre y ello salpique claramente de nuevo a las cotizaciones de los bonos. Esta misma semana tendremos una muestra de esto en el caso del Banco de Japón.
Debemos tener muy claro que el ‘edificio’ de un buen año de mercado se asienta sobre una notable distensión de las curvas de deuda y, en menor medida, de los diferenciales de crédito. Sin esto, no habrá bolsas al alza. Pero es que, además, en el momento de escribir estas líneas, los mercados de renta variable se encuentran con un importante grado de sobrecompra, tras haber pulverizado determinadas referencias técnicas en muy poco tiempo. Parece probable, incluso recomendable, una cierta pausa en el movimiento.
En ese contexto, no debemos extrañarnos si, en el muy corto plazo, observamos algún tipo de corrección que, en absoluto tiene por qué ser catastrófica. Es más, dependiendo de la entidad de esta, puede constituir un momento de entrada.
Mercados de renta variable
Con un carácter algo menos táctico, la renta variable va a depender principalmente, en cuanto a evolución en el año, de las estimaciones de beneficios empresariales. Esto va a estar muy ligado al grado de ralentización de la economía. En buena medida, todos los analistas tienen en mente una corrección económica relativamente poco profunda, tal vez recesiones técnicas en algunos países clave, como EE.UU. o Alemania. No obstante, una mayor profundidad de la crisis (debida, por ejemplo, a una inflación que se resista a bajar) alteraría para peor este escenario.
Así mismo, en el caso de las acciones es de esperar que, hasta que las bajadas de tipos sean una realidad a nuestro alcance, los sectores value (con los bancos como paradigma) lo sigan haciendo mejor que el growth (cuyo mejor ejemplo es el sector tecnológico). No obstante, esto puede cambiar a lo largo del ejercicio, si nuestro escenario central de normalización monetaria se va cumpliendo, en favor del growth. Dicho esto, nos encontramos ante el primer proceso de subida de tipos que compañías como Microsoft, Apple o Alphabet han tenido que enfrentar desde que se convirtieron en las reinas del mercado estadounidense. Y habrá que ver qué supone para ellas y cómo lo gestionan.
Por todo ello, máxima atención y prudencia en los próximos días, con la vista puesta de manera especial en las reuniones de los bancos centrales de comienzos de febrero que, esperemos, no causen los estragos vistos en el cierre del, aún reciente, 2022.