Artículo escrito por Carlos de Fuenmayor, especialista en finanzas y asociado de EFPA España. “Los mercados financieros y la economía real”.
Ante la profunda falta de sincronía experimentada por unos mercados financieros en subida vertical y las oscuras previsiones macroeconómicas que gobiernos y organismos internacionales anuncian para la economía global, tras el azote del coronavirus, la confusión se apodera de los inversores y del público en general que no comprenden tal falta de sincronía de la esfera financiera con la economía real.
Y es que es difícil de comprender que mientras la economía global marcha a ritmo de Lacrymosa fúnebre, los mercados financieros avancen a ritmo de polka acelerada como sin quererse enterar de la funesta partitura, cuyo primer movimiento ha empezado a interpretarse.
Entre allegro y allegro furioso de las cotizaciones, la pasada semana los mercados parece que finalmente agudizaron el oído y frenaron bruscamente más hacia un andante más en sintonía con la economía real.
Sin saber si la exuberancia de los mercados continuará o por el contrario irá a su ritmo particular conviene aclarar que los movimientos de los mercados de valores pueden ser independientes de la economía, aún estando intrincadamente conectados.
En episodios de este tipo, surge siempre la misma pregunta por parte de los inversores: ¿cómo estas dos esferas están conectados y cuándo una afecta a la otra?
Echando la vista atrás, el enorme papel activo de los bancos centrales en la crisis financiera de 2008, no pudo más que agravar la confusión entre la economía real y la esfera financiera.
Exactamente igual que ahora mismo en la que las autoridades bancarias centrales han puesto todo su arsenal disponible al servicio de una economía que se asoma a un abismo particularmente profundo.
La economía y los mercados financieros son dos universos separados
Sin embargo, reaccionan entre sí de maneras complejas y, lo que es más importante, lo hacen durante eventos extremos y de alta volatilidad.
Hasta entonces, avanzan como dos líneas paralelas en la que la financiera pone en valor futuras expectativas económicas intentando surfear la macroeconomía presente y vislumbrar el ciclo económico que tiene por delante.
Lo que es evidente y se pone de manifiesto de continuo, es que los movimientos del mercado no siempre son indicativos de los fundamentos económicos presentes.
Dada la interconexión del sistema financiero con el resto de la economía, es difícil establecer fuertes distinciones entre los mercados financieros y la economía real.
La diferencia crucial entre los mercados y la llamada economía real es el papel de la valoración y las expectativas. Por ejemplo, cuando los mercados se sobrecalientan y las valoraciones se estiran, se contraen rápidamente y generalmente se exceden .
Del mismo modo, las valoraciones están condicionadas al flujo de ganancias futuras, que se basan en pronósticos.
Cuando las empresas pierden esas estimaciones, el valor de las inversiones en esos valores cae en picado, y puede hacerlo de manera aparentemente errática.
Cuando los bancos centrales observan la salud de la economía, no caen en el mismo ciclo de retroalimentación de expectativas, lo que se verifica en cuánto más volátiles son los mercados financieros que los indicadores económicos.
Los precios de los activos financieros son mucho más volátiles que los indicadores económicos, por lo que los bancos centrales y los inversores intentan o deberían intentar no tenerlos en cuenta fuera de los eventos extremos.
En el mejor de los casos, los mercados financieros son simplemente un intermediario silencioso en la economía, una parte crucial, pero con su propia idiosincrasia independiente. Pero debido a su papel central en la asignación de capital entre ahorradores y gastadores, cuando los mercados se resfrían, el resto de la economía también puede constiparse, como ocurrió en la crisis financiera de 2008.
La respuesta académica estriba en saber que los mercados financieros son prospectivos, mientras que los indicadores reales son históricos. Los picos y valles en el mercado de valores nos informan sobre las perspectivas futuras de la economía real. Pero incluso bajo este argumento, los mercados financieros son simplemente un espejo: reflejan pasivamente la economía, pero no la afectan activamente.
La producción real requiere financiación
Por lo tanto, está claro que los mercados financieros primarios crean valor al proporcionar capital nuevo a las empresas. Pero la gran mayoría de la actividad ocurre en los mercados financieros secundarios, donde no se recaudan nuevos fondos.
Los fondos de inversión, los hedge funds y otros inversores suelen intercambiar acciones y bonos de segunda mano, y lo hacen entre ellos. Las empresas reales no están involucradas en ello.
El mercado de valores no es la economía
El mercado de valores es un mercado donde se negocian acciones, un tipo de inversión que representa la propiedad de una empresa y donde la gente hace apuestas sobre lo que va a pasar en la economía.
La economía es una suma de bienes y servicios de todas las cosas que producimos.
¿Quién produce estas cosas que componen la economía?
Todos nosotros; cada nivel de salario, cada industria, cada profesión.
Eso implica que el mercado de valores y los precios de las acciones pueden ser influenciados desproporcionadamente por un subconjunto mucho más pequeño de la población y desproporcionadamente por las fortunas y las opciones de inversión alternativa de esa porción más pequeña.
Si los mercados están desproporcionadamente influidos por ese subconjunto más pequeño, entonces, por definición, algo más grande está teniendo también una influencia desproporcionadamente menor.
Otro ejemplo claro forma para demostrar que el mercado de valores y la economía no son sinónimos es que podemos tener los salarios de los trabajadores realmente estancados o creciendo sólo marginalmente en comparación con los aumentos verticales que hemos visto en el mercado de valores.
El mercado de valores no es la economía, como mucho se trataría de una economía adyacente o complementaria
El mercado de valores está continuamente observando la economía real, y en base a lo que observa en la economía real, hace sus predicciones.
Los inversores y comerciantes pueden estar observando lo que sucede con la política comercial, la tasa de desempleo, los datos de la vivienda, o cualquiera de las muchas cosas que componen la economía, y utilizan lo que están viendo para tratar de predecir el valor futuro de ciertas acciones.
En los episodios extremos, como decía antes, la volatilidad y velocidad de las fluctuaciones bursátiles, comparadas con la de las variables reales, complican mucho, o simplemente impiden, modelizar las relaciones entre economía real y bolsas.
Por otra parte, lo que sucede en la economía real es contagioso. Y una vez que llega a los mercados financieros, entonces retroalimenta a la economía. Lo difícil en economía es hacer predicciones contando con el factor financiero, de ahí la tendencia a olvidarlo, o simplemente aparcarlo.
Así que, de nuevo, el mercado de valores no es la economía. Y la economía no es el mercado de valores. Pero sí están relacionados de manera inexorable. Hay innumerables cosas que empujan a los mercados de una forma u otra y la conexión entre lo real y lo cotizado avanza en paralelo con conexiones y desconexiones constantes, pero – y esa es la mala noticia – en las que rara vez se produce una perfecta sincronía lo que complica infinitamente prever su comportamiento.
Carlos de Fuenmayor,
Especialista en Finanzas/Asociado EFPA España.