¿Mi apuesta sobre la subida de tipos de interés? Hasta el 4% antes del verano. Después vendrá la estabilidad, que es lo que la economía más valora.
“Pienso que el BCE se puede quedar alrededor del 4%. Creo que el Euribor va a superar el %, pero con una inflación del 4 en términos reales no es una carga tan grande”, dice Santiago Carbó, catedrático de análisis económico de la Universitat de València en una entrevista a ACTIVOS, el suplemento económico del LEVANTE el 12-2-23.
En cambio Xavier Vives, Doctor en Economía por la Universidad de California dice en NEGOCIOS, el suplemento económico de El País, “[…] los niveles actuales (de tipos de interés) indican que el riesgo (de aumento de la inflación) todavía no se ha disipado porque depende de las dinámicas salariales y de costes. […] Creo que la situación de inflación no es transitoria”.
Tipos de interés: algunas cifras a tener en cuenta
Por otra parte, tenemos que los datos que nos muestra la evolución del IPC ya empiezan a evidenciar el efecto de la subida del tipo de interés del BCE. Una disminución del 17% (de agosto a febrero) del IPC energético y el de alimentos no elaborados se ha situado en un 3%. Además, el retraso en lo que los economistas llaman el efecto de segunda ronda de la inflación (cuando se traslada a las nóminas con incrementos salariales, que a su vez provocan incremento de costes a las empresas y derivan en un nuevo aumento de precios finales de los productos y servicios) gracias a la intervención estatal en las rentas disponibles. Primero con la subvención del precio del combustible y la rebaja del IVA. Después con el subsidio de 200 euros a familias con niveles de renta menos voluminosos, también han ayudado a esta contención.
Objetivo con la subida de tipos de interés: estabilidad
Con una evolución desbocada del Euribor desde el -0,5% de principios de 2022 hasta el 3,3% a finales de enero de 2023, el tipo de interés de financiación comercial a familias y empresas se ha situado por encima del 3% y se espera que continúe subiendo. Todo ello con la esperanza de contención de la demandada pensando en su “responsabilidad” en el aumento de la inflación. Con las familias restringiendo el endeudamiento baja el consumo. Con las empresas retrasando la inversión en elementos productivos nuevos o de mantenimiento no esencial se contienen las ventas de equipos y también el consumo nacional.
Pero esas son medidas, digamos, típicas keynesianas, que enfrentan una inflación de demanda. La estabilización de precios es el objetivo principal de la política monetaria. Elevar el tipo de interés para desanimar a las entidades financieras a conceder crédito y afectar el gasto nominal del público en bienes y servicios de forma contractiva.
¿Pero estamos ante una inflación de demanda?
Recordemos como empezó todo esto. En febrero de 2022, Rusia invade Ucrania y Putin declara el cierre de las exportaciones de grano (Rusia y Ucrania representan un tercio de la producción de trigo del mundo). En respuesta, la Unión Europea se dispara el primer tiro al pie y boicotea la importación de gas ruso. La producción de gas no-ruso es insuficiente para atender en tiempo y forma las necesidades de producción de los principales países europeos. Sin contar con el acopio extra que estos países realizan para tener reservas.
En consecuencia, el precio del trigo y del gas sube. La electricidad, con su precio indexado al del gas, también sube, así como los costes de producción manufacturera por toda Europa. Por no hablar el cambio climático y la sequía que ha afectado también el nivel de producción agrícola, ya afectada por la disminución de la producción y encarecimiento de sus precios de los fertilizantes que se producen mayoritariamente en Rusia y Bielorrusia.
Algunos casos a tener en cuenta
Una de las principales compañías traders (aquellas que comercian con materias primas), Vitol Group, vendió 38 millones de barriles de petróleo ruso que le generaron unos ingresos de más de 3.000 millones de euros. Todo exportado a través de puertos rusos. Hay un mercado muy apetecible en esta crisis cuando la publicación de los beneficios de 2022 de, por ejemplo, Glencore (otra de las grandes compañías traders) muestra un incremento de las ventas del 45%, hasta 250.256 millones de euros y unos beneficios de 18.350 millones de euros, cuatro veces más que en 2021. ¿Dónde está la dificultad para exportar? ¿De dónde nacen estos beneficios? Del precio de venta, obvio. Porque si las ventas crecen un 45% y los beneficios un 400% no hay un problema de costes. Hay un público dispuesto a pagar más cara la oferta de materias primas.
El reto de contener la inflación
Xavier Vives, en el mismo artículo, dice: “Los Bancos Centrales no vieron venir con suficiente antelación las tensiones inflacionistas, originadas antes de la guerra. Y para no perder credibilidad [ahora] tienen que ser más estrictos”. Porque la ortodoxia keynesiana dice que los Bancos Centrales han de estar preparados para hacer intervenciones de manera “periódica y frecuente” para ofrecer a los agentes económicos la posibilidad de cubrirse ante riesgos derivados de un exceso exagerado de la inflación. El Banco Central Europeo y la FED americana han hecho lo que se esperaba de ellos para contener una inflación de demanda.
Para mí, es como si todo formara parte de una performance donde cada actor hace lo que se espera de él y ahora toca, por el bien de todos, parar estos beneficios excesivos. Haciéndolos públicos, mostrando intención de aplicarles nuevos impuestos. Contener la segunda ronda de la inflación evitando pedir aumentos salariales por parte de los sindicatos y así ayudar a contener la inflación, amainando la subida de tipos de interés desbocada desde el año pasado. De ahí el atrevimiento de mi sentencia en la primera frase de este escrito. El tiempo dirá si se queda en un deseo o en una interpretación de los datos.