Como banquera privada, sigo notando que muchas personas, incluso en mi entorno cercano, enfrentan una barrera de confianza hacia los asesores financieros. No se trata de falta de capacidad, sino de una mezcla de pereza, falta de tiempo, miedo a ser engañados por entidades conocidas y una cultura que aún no asocia la salud financiera con el bienestar general. Es una realidad que urge cambiar, porque la estabilidad económica está directamente ligada a nuestra salud mental y emocional.
Salud financiera, el reto: desconfianza y desinterés
A pesar de que hoy tenemos acceso a más información que nunca, los españoles aún muestran importantes carencias en educación financiera. Según la última Encuesta de Competencias Financieras del Banco de España y la CNMV (2021), solo el 19% de los encuestados respondió correctamente a tres preguntas básicas sobre finanzas. Este dato impacta aún más cuando sabemos que incluye a personas con niveles educativos elevados, como ingenieros, médicos y licenciados en diferentes campos.
Aunque esta encuesta es un punto de referencia, sigue siendo evidente que no estamos logrando conectar con estas personas. Los seminarios y talleres, aunque bien intencionados, no están atrayendo el interés de los consumidores, quienes perciben estas iniciativas como complejas o tediosas. ¿Qué hacemos entonces para romper este círculo vicioso?
La solución: un enfoque cercano y cotidiano
Para que la figura del banquero privado sea percibida como esencial, como la de un médico o un entrenador físico, necesitamos un cambio de paradigma. Aquí propongo algunas soluciones concretas:
- Hacer de la visita al banquero algo habitual y proactivo
Es crucial integrar las revisiones financieras en la rutina de las personas. Las revisiones de salud financiera deberían realizarse al menos una vez al año, al igual que un chequeo médico. Esto no solo normalizará el hábito, sino que también permitirá detectar riesgos financieros antes de que se conviertan en problemas. - Aproximación humana y comprensible
Hay que desterrar el lenguaje técnico y las explicaciones complicadas. El asesor financiero debe ser alguien accesible, que explique los beneficios de manera práctica: «Cómo convertir esos ahorros en una pensión segura» o «Cómo proteger a tu familia con una planificación adecuada». - Seguimiento continuo y herramientas digitales
Implementar aplicaciones y plataformas que permitan a los clientes visualizar sus metas financieras, recibir actualizaciones y hacer seguimiento en tiempo real. Este tipo de interacción constante refuerza la relación de confianza. - Testimonios reales y casos de éxito
Mostrar ejemplos de cómo la planificación financiera ha ayudado a otras personas puede ser un gran motivador. Historias reales humanizan el trabajo del banquero y generan confianza en quienes aún dudan. - Fomentar la educación práctica desde lo cotidiano
Integrar pequeños consejos en las interacciones regulares, sin esperar a que el cliente se apunte a un seminario. Cada reunión puede ser una oportunidad de educación financiera, con ejemplos prácticos y personalizados.
Un cambio necesario: tomar las riendas de nuestra salud financiera
La confianza en el Estado y las pensiones es limitada, y no podemos dejar nuestro futuro en manos de factores que no controlamos, como la política fiscal o las reformas de las pensiones. Es hora de asumir la responsabilidad personal de nuestra salud financiera, y para ello, el banquero privado debe ser nuestro principal aliado.
No se trata de dedicar horas interminables a aprender sobre productos financieros complejos, sino de delegar esta tarea en profesionales capacitados y de confianza.
Un nuevo paradigma: salud financiera, tranquilidad mental
La salud financiera no solo garantiza un futuro estable, sino que también proporciona tranquilidad en el presente. No hay mayor alivio mental que saber que nuestros ahorros están bien gestionados, que estamos preparados para imprevistos y que nuestras metas a largo plazo son alcanzables. Y por qué no… que mientras yo duermo, van creciendo día a día sin ser erosionados por la inflación.
El asesor privado debe ser esa figura en la que confiar, el profesional que simplifica nuestras preocupaciones económicas y nos ayuda a vivir con más calma. Es hora de redefinir esta relación y normalizarla, porque la salud financiera, al igual que la salud física, no puede esperar.