Antes de comenzar el artículo, tal vez convendría aclarar que no se trata de un ensayo catastrofista, ni tampoco trágico -especialmente, para Julio César– como el título, en alusión a los Idus de marzo, parece sugerir. Pero sí querríamos trasladar una serie de alertas que están apareciendo en los datos macro que, entendemos, el mercado (que es soberano) no está reflejando convenientemente.
Si miramos al marco económico general, no cabe duda de que existen razones para un cierto y más que justificado optimismo: en primer lugar y por encima de todo, la inflación ha corregido desde niveles, más que preocupantes, directamente suicidas. Acompañando a eso, y en contra de lo que nos enseñaron nuestros mayores, no va a ser necesaria -parece- una recesión profunda que ajuste oferta y demanda a la baja y, con ello, enfríe la subida de precios. Más bien al contrario, a día de hoy todo parece indicar que la moderación en el crecimiento será aún más somera que un aterrizaje suave de la economía, al menos en EE.UU. -y probablemente también en España-.
Empresas -sorprendentemente- al alza
Adicionalmente, los resultados recientemente publicados por las empresas han sorprendido al alza, en términos agregados. Todo ello ha contribuido para ver a los principales índices de renta variable -no es el caso del IBEX- remontarse a zonas de máximos de ciclo, incluso de máximos históricos, por lo que respecta a S&P 500 y Nasdaq, por ejemplo.
Hacemos aquí un pequeño alto en el camino para comentar que los dos índices citados, a los que habría que añadir algunos cuántos más -por ejemplo, el Eurostoxx 50- se encuentran en el momento de escribir estas líneas en un claro momento de sobrecompra. Ello significa que no es en absoluto descartable una corrección técnica a corto plazo, o bien un periodo de lateralidad que devuelva a las medias esos globos algo inflados de más.
Con independencia de que ello ocurra -ya conocemos la famosa frase de Keynes de que el mercado puede permanecer irracional más tiempo del que usted puede permanecer solvente existen razones también para mantener un poco de precaución, digamos, de carácter más estratégico. Veamos por qué.
Inflación corregida pero resistente
Decíamos que la inflación ha corregido de manera notable. Es cierto. Pero, en las últimas semanas, estamos observando ciertos riesgos al alza sobre los precios: las variaciones mensuales de elementos importantes de la composición de los IPC están mostrando un importante dinamismo. Destaca en ese sentido el componente de servicios, tanto en Europa como, especialmente, en EE. UU.
Esta resistencia de los precios a bajar más decididamente está sustentada en un mercado laboral particularmente fuerte, una vez más, a ambos lados del Atlántico. Debemos tener presente que, mientras eso sea así, el ritmo de moderación de precios es complicado que muestre un descenso tan acuciado como los mercados financieros parecen exigir, tanto a la renta variable, como a la renta fija y, en definitiva, a los bancos centrales.
Y aquí viene el punto esencial: los mercados pueden verse defraudados por unos bancos centrales que antepongan -lógicamente- la necesidad de control de precios al cariño de los inversores. Es poco, muy poco probable que los bancos centrales no bajen tipos este año. De hecho, es necesario avanzar en la normalización monetaria. Pero tanto el momento como, sobre todo, la magnitud de las bajadas puede no ser la esperada por los agentes económicos. Con los EE. UU. creciendo por encima de lo estimado, la Reserva Federal no tiene demasiados motivos para bajar los tipos de manera inmediata -léase en la reunión del 20 de marzo, como buena parte del mercado descontaba en diciembre-. No, primero habrá que esperar a ver unos precios algo más domados.
Los idus de marzo
En espera de una inflación que salga algo más guapa en la foto del mes, los Idus de Marzo se nos aproximan de manera inexorable, como lejano recuerdo de que conviene ser precavido, tanto para ir al Senado como para tomar decisiones de inversión. Mientras el escenario no cambie, la renta fija, especialmente los bonos de calidad, sigue siendo la alternativa con mayor visibilidad a medio plazo, si bien no es descartable algo de volatilidad, antes del verano y de la -previsible bajada de tipos.
En cuanto a la renta variable, no está de más algo de prudencia, a corto plazo. Y no sólo por la sobrecompra técnica actual a la que hacíamos referencia, sino porque un contexto más favorable de tipos no presupone un buen comportamiento de la misma, al menos de manera automática. Esto dependerá en todo caso de cómo evolucione el crecimiento y con ello, los beneficios empresariales. Guardémonos pues de los Idus, aunque sin dejar de pasear por el Foro.