Los empleados representan el grupo de interés más relevante para el comportamiento financiero de una empresa.
En los últimos 25 años, la globalización, la digitalización y las mejoras de productividad asociadas han beneficiado más a los propietarios del capital que a los trabajadores (como explicamos en nuestro Gráfico de la Semana del 11 de junio de 2021, titulado «Gravar y enmendar»).
Si Friedman estuviese vivo, no vería motivos para preocuparse, dada su visión de que una empresa solo es responsable ante sus accionistas. 1
Pero las cosas han cambiado
En una encuesta mundial 2 publicada a principios del año pasado, el 56% de los encuestados afirmó que el capitalismo, en su forma actual, genera más daños que beneficios.
Por su parte, la pandemia ha fomentado un escrutinio mucho más estricto de los mecanismos de apoyo que ofrecen las empresas a sus empleados, sus proveedores y sus clientes, así como de la relación con el comportamiento financiero de la empresa.
Por ejemplo, después de que 1500 trabajadores de la industria cárnica alemana se contagiasen de coronavirus hace ahora un año, se aprobaron nuevas normas para mejorar las deficientes condiciones de trabajo del sector, lo que debería servir de advertencia para las empresas que no cuidan a sus trabajadores.
Los inversores mundiales están de acuerdo
En una encuesta 3 realizada entre fondos de pensiones de todo el mundo que se publicó el mes pasado, el 59% citó la COVID-19 como un factor clave del creciente interés en la «pata» social (en referencia a las tres patas de la inversión ESG), que resulta cada vez más relevante, y un porcentaje aún más alto (66%) identificó a los empleados como el componente de mayor importancia financiera en el ámbito la «S» de la ESG.
Comparemos estos resultados con los referidos a los accionistas, que se sitúan en cuarto lugar en cuanto a su importancia financiera, una señal clara de que la primacía de los accionistas está siendo desplazada por el capitalismo de los grupos de interés.
Esta opinión se pondrá a prueba cuando los fondos de pensiones, o los accionistas en general, tengan que elegir entre recomprar acciones o subirles el sueldo a los empleados con salarios más bajos.
Pese a que algunos estudios 4 subrayan la importancia de las políticas de recursos humanos en la rentabilidad de las inversiones, solo una minoría de empresas divulga públicamente estas políticas. Lo que nos lleva a preguntarnos por qué los informes anuales de las empresas no incluyen más información sobre su capital humano.
Por suerte, los reguladores están respondiendo a este clamor: la SEC5 , por ejemplo, obliga a las empresas que cotizan en EE. UU. a incluir información sobre sus recursos humanos y está previsto que la UE publique este verano una nueva taxonomía social, basada en los derechos humanos.
El reto está en que, mientras que las taxonomías medioambientales se basan en criterios científicos, las cuestiones sociales son de naturaleza más cualitativa y pueden entenderse de forma muy diferente en distintas partes del mundo.
Hará falta más coordinación, pero esperamos que la curva de aprendizaje sea empinada, para beneficio de todos los grupos de interés.
Fuente: Encuesta de CREATE-Research (2021), DWS Investment GmbH a 27/5/2021.
1 Friedman, M. (1970). The social responsibility of business is to increase profits. New York Times Magazine.
2 The 2020 Edelman Trust Barometer (enero de 2020).
3 CREATE-Research, DWS (mayo de 2021). Passive Investing 2021: Rise of the social pillar of ESG.
4 L. Beeferman, A. Bernstein, Labor and Worklife Program at Harvard Law School (abril de 2015). The Materiality of Human Capital to Corporate Financial Performance.
5 SEC (agosto de 2020). Modernization of Regulation S-K Items 101, 103, and 105.