Recientemente, y después de más de 10 años con los tipos de interés próximos al 0% en las principales economías del mundo, la inflación, y en consecuencia los tipos de interés, han empezado a subir. Los países más desarrollados del mundo están saliendo del mayor experimento de política monetaria jamás acometido. Estas son mis impresiones:
El 14 de febrero de este año el Euribor 12 meses (el tipo más utilizado como referencia en los préstamos hipotecarios en España) se situaba en 3,518%. El 1 de febrero de 2022 el mismo se situaba en -0,431%. Para que se hagan una idea de lo que esta subida supone en el coste de una hipoteca bien vale el siguiente ejemplo.
- Una hipoteca de 250.000 Euros a 25 años al tipo de interés del 1,00% acarrea una cuota mensual de 942,18 Euros.
- Una hipoteca de 250.000 Euros a 25 años al tipo de interés del 5,00% acarrea una cuota mensual de 1.461,48 Euros.
En el segundo de los casos, la cuota mensual a pagar supone 519,30 Euros más. Es decir, un incremento del 55%. Nunca antes tantos países han mantenido los tipos de interés tan bajos, durante tanto tiempo, a la vez. Asimismo, el programa de compras de activos, también conocido como expansión cuantitativa, ha provocado un aumento muy considerable de la masa monetaria en la práctica totalidad de los países desarrollados.
¿Y la deuda?
Estados Unidos está en máximos históricos de endeudamiento estatal, habiendo llegado a niveles del 123,40% como porcentaje del Producto Interior Bruto (PIB) en diciembre de 2022. A modo de comparación, en España la deuda pública alcanzó un máximo de 116,10% del PIB en el segundo trimestre de 2022.
El reciente endurecimiento de la política monetaria y la progresiva retirada de estímulos a ambos lados del Atlántico no está logrando todavía reducir la inflación.
El objetivo principal de la Reserva Federal (FED) y del Banco Central Europeo (BCE) es mantener la estabilidad de los precios, para lo cual se fijan como objetivo una tasa de inflación de alrededor del 2,00%. A la hora de escribir este artículo la inflación se sitúa en el 5,90% en España y en el 6,40% en EEUU.
A finales del pasado año se registraron máximos históricos en los principales índices bursátiles, como por ejemplo el S&P 500.
Pero, a diferencia de lo ocurrido en otros momentos de la historia, como por ejemplo el año 2000 (burbuja de las “punto.com”), en esta ocasión, el “sobre-calentamiento” de la economía no afecta de forma exclusiva a una clase de activo en concreto -sea esta la deuda pública, participaciones empresariales (Bolsa), criptomonedas, materias primas o el mercado inmobiliario-. En esta ocasión, toda suerte de activos se han visto afectados por lo que algunos profesionales no dudan en llamar “the everything bubble”, o “la burbuja de todo”.
‘Burbuja de todo’
Esta “burbuja de todo” no es sino la inevitable consecuencia del mayor experimento de política monetaria jamás emprendido. Como era de esperar, dinero abundante y tipos de interés próximos al 0%, durante un prolongado período, no han hecho sino inflar la burbuja hasta niveles insospechados.
De lo anterior se desprende que quien ha participado, y participa, en los últimos años o en la actualidad, de este mercado ha asumido o asume un cada vez mayor nivel de riesgo a cambio de obtener una cada vez más exigua rentabilidad.
A continuación muestro un extracto del artículo “Weighing Machine, Voting Machine”, (publicado en noviembre 2022 por John P. Hussman, Ph.D. President, Hussman Investment Trust) y que he traducido:
“Cada valor es un derecho a una corriente de flujos de efectivo a largo plazo que se entregará al tenedor, a lo largo del tiempo. Los flujos de efectivo futuros y el precio actual están vinculados por una tasa de rendimiento a largo plazo. Pura aritmética. Dado cualquier conjunto de flujos de efectivo futuros, cuanto menor sea el precio que paga un inversor, mayor será el rendimiento a largo plazo que pueda esperar un inversor.
Supongamos que un inversor paga hoy 150 Euros por un valor que le entregará un dividendo de 100 Euros en una década. En este caso el inversor puede esperar un rendimiento a 10 años de (100/ 150)^(1/10)- 1 = -4% anual. El inversor puede estar loco por pagar ese precio, pero las matemáticas son solo matemáticas“.
Mayor riesgo
Sucede que, en muchos casos a lo largo de los últimos años, los precios de los activos que proporcionan a los inversores flujos de efectivo han experimentado subidas sin precedentes, a menudo multiplicando su precio por 2, 3, 4 o más. Sin embargo, los flujos de efectivo que ofrecen esos activos no han subido en proporción equivalente. Es por ello que varios párrafos más atrás señalo que los inversores cada vez asumen un mayor nivel de riesgo (pagando un precio por los activos en cuestión cada vez más alto) sin que los flujos de efectivo se hayan visto incrementados en proporción.
Desafortunadamente, los inversores en muchas ocasiones no saben permanecer quietos. Recuerden, no hay ninguna “obligación” de invertir. En demasiadas ocasiones los inversores, ante la ausencia de buenas ideas de inversión (aquellas que nos proporcionan una defensa de nuestro capital y una adecuada rentabilidad para compensar un riesgo debidamente acotado), se conforman con ideas menos buenas.
Muchos simplemente no soportan estar “fuera del mercado”, ¿”fear of missing out”; (“miedo de perderse la fiesta”)? Otros justifican la compra de activos excesivamente caros diciendo que vale más comprar acciones (por ejemplo) con un retorno de la inversión de solo un 1% porque la alternativa, un depósito bancario, por ejemplo, “no te da nada”.
En mi modesta opinión, es preferible ver cómo tu dinero no renta nada, a exponerse a una pérdida permanente con el objetivo de “arañar” una muy exigua rentabilidad.