Cuando el miedo triunfa y la volatilidad extrema se instala en los mercados, la visibilidad del comportamiento presente y futuro de las inversiones se nubla. Es entonces cuando otros activos financieros toman el papel protagonista, alzándose como los preferidos para salvaguardar los capitales invertidos. A esta tipología de activos se les conoce como activos refugio.
Cuáles son los activos refugio
No existe ningún requisito para que un activo se pueda considerar como refugio. Tampoco hay lista oficial ni organismo global que detalle qué activos forman parte de esta consideración.
No obstante, existe un consenso académico generalizado y una experiencia histórica extensa. Por ella, se incluyen dentro de esta lista algunas monedas como el dólar estadounidense o el yen japonés. También otros títulos de deuda como el bono de Alemania o el de Estados Unidos a diez años, o bienes que tienen un mercado específico, como el oro, pueden considerarse activos refugio.
Un ejemplo de activo refugio: El oro
Este último ha sido, a lo largo de la historia, el refugio por excelencia de capitales ávidos de protección. En tiempos de turbación, el dinero acrecienta sus miedos, y en momentos complicados acaba refugiándose en aquellos activos que le proporcionan una mayor seguridad a cambio de menor retorno esperado. Requisitos que el oro cumple con sólida precisión.
Precisamente, en la crisis del 2008, el oro logró revalorizarse más del doble hasta 2012. Desde entonces y hasta hoy, ha ido subiendo y bajando de precio a toque de corneta de los diversos episodios desgraciados que desde entonces han acontecido en el mundo.
En cualquier caso, un activo refugio no es sinónimo de garantía perpetua, únicamente de abrigo temporal en puerto seguro ante la zozobra o como ejercicio de preventiva protección ante previsiones catastróficas.
De hecho, la actividad protectora del activo refugio, en cuanto las aguas se calman, desaparece y como en la cenicienta el instrumento financiero queda de nuevo sometido al mismo cruel maltrato habitual de la madrastra volatilidad.
En finanzas, sólo algunos modelos matemáticos son previsibles y exactos. En lo demás, estamos sujetos a la incertidumbre de factores políticos, sesgos de comportamiento, vicisitudes empresariales, intervenciones electrónicas del mercado, catástrofes geográficas o sucesos económicos de imposible previsión.
Ante semejante alineación de intangibles, no hay activo refugio, ni permanente, ni inexpugnable, que valga. Quizás tan solo vale el consuelo y la protección de un solvente y continuado acompañamiento profesional velando por nuestras inversiones. A la postre, el mejor refugio activo, probado y permanente en todas las situaciones de mercado.
Certificación EFPA European Investment Practitioner (EIP)
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