Este año hemos celebrado el décimo aniversario de la quiebra del banco de inversiones estadounidense Lehmann Brothers. Este hecho precipitó una crisis financiera global e hizo que los mercados bursátiles vieran cómo sus índices se desplomaban. Por ejemplo, el índice alemán Dax perdió de septiembre de 2008 hasta marzo de 2009 alrededor de un 40 % (1).
A nivel particular, los accionistas también se vieron fuertemente afectados en los meses siguientes. Diez años después de la caída de Lehman Brothers, el peligro de un colapso financiero como el que amenazaba entonces parece superado. Sin embargo, en ocasiones la sombra de la crisis vuelve a cernirse sobre los mercados.
Inversores conservadores: ¿Es más seguro?
En este contexto, los inversores parecen preocupados y se muestran cada vez más conservadores: según datos del Banco de España, cuatro de cada diez euros ahorrados por los españoles están invertidos en depósitos o cuentas de ahorro aunque la rentabilidad de éstas se sitúe por debajo de la inflación.
En vista de las fuertes fluctuaciones en la cotización de los mercados de renta variable, es comprensible que haya cierta aversión al riesgo.
No obstante, esa preferencia extrema del inversor por los activos con poca fluctuación no es óptima. Al menos no desde el punto de vista de la rentabilidad. Esto se demuestra, por ejemplo, al comparar la evolución del valor de las acciones alemanas con los títulos de renta fija de los últimos diez años (véase el gráfico). A pesar de que el mercado de renta variable alemán osciló fuertemente en la última década, el Dax cotiza en este septiembre casi al doble que hace diez años.
Las acciones son el activo con mayor rentabilidad
En periodos más largos y en otros mercados regionales de acciones y de bonos se aplican los mismos patrones. Tal como demuestran, por ejemplo, las investigaciones del historiador de la economía Elroy Dimpson.
«En los últimos 118 años, en todas partes han sido las acciones el tipo de inversión con mayor rentabilidad» Elroy Dimpson, catedrático de la Universidad de Cambridge.
Según el investigador, en casi todos los mercados las acciones tienen habitualmente una rentabilidad anual media de entre el 3 y el 6 %, descontando la inflación.
Dimpson reconoce también que esta evolución positiva del valor de las acciones se ha visto interrumpida periódicamente por caídas de la cotización. Que en algunos casos llegaron a resultar dolorosas como, por ejemplo, en el crash de 1987 o por la tendencia bajista a partir del verano de 2000. Según Dimpson, estas caídas no son tan graves vistas en perspectiva:
«Los acontecimientos que en aquel momento se percibieron como traumáticos hoy solo parecen reveses transitorios dentro de una tendencia ascendente prolongada y sostenida», sintetiza el profesor de economía.
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