El aumento y descenso del precio del petróleo tiene un impacto significativo en la economía en general y en la vida de millones de hogares en particular. ¿De qué depende?
Los ataques de Hamás sobre Israel, la respuesta israelí sobre la franja de Gaza y todo lo que sucede a diario -que no es poco-, no dejan espacio a la tranquilidad. Al contrario: más bien al desasosiego. No hay tregua en Oriente Medio y tampoco la hay en el precio del barril del petróleo, que ha iniciado una senda alcista.
Se trata de uno de los indicadores económicos que muestra cómo lo que sucede a miles de kilómetros de aquí tiene un impacto en nuestras carteras. Es cierto que Israel no destaca precisamente por su potencial petrolífero, pero sí otros países que están muy pendientes de cómo se desarrolla este conflicto, como Irán, Arabia Saudí o Estados Unidos.
Un episodio que nos recuerda a otro no lejano (y aún presente). La guerra entre Rusia y Ucrania desató una crisis energética que apuntaba donde más duele: “la factura eléctrica”. El motivo: el aumento del precio del gas natural. De hecho, lo que le ocurre al gas altera también al petróleo. En lo que llevamos de este nuevo ‘viejo’ conflicto, el crudo ha avanzado por encima del 8% y el gas otro tanto. Las bolsas, de momento, mantienen cierta calma, pero no son ajenas y sí están muy pendientes.
Precio del petróleo: qué influye
Como ocurre con el gas, el precio del petróleo está condicionado por un conjunto de variables. Las tensiones geopolíticas son la primera y más mediática e inmediata fuente de volatilidad. Pero no es la única. Hay otros factores que intervienen. Por ejemplo, la propia ley de la oferta y la demanda. Cuando la demanda de petróleo supera la oferta, los precios -como en otros productos y sectores- tienden a subir. Esto puede deberse a una mayor demanda en periodos de crecimiento económico, factores estacionales o interrupciones en la producción.
También hay que tener en cuenta las decisiones que adoptan los países productores de petróleo. En concreto, las de los miembros de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que impactan de forma significativa en el precio del petróleo. Por ejemplo, cuando la OPEP decide reducir la producción para equilibrar los precios. Esto puede provocar un aumento en el precio del crudo.
Otros factores
Hay más factores que intervienen en el aumento o descenso. El desarrollo e implantación plantas e instalaciones que generan energías alternativas (especialmente renovables) influyen en el precio del petróleo, fuente de energía fósil que choca de frente con la agenda 2030 y su compromiso con la descarbonización. A medida que las energías renovables y la eficiencia energética se vuelven más accesibles y atractivas, la demanda de petróleo debería disminuir, lo que ejerce presión a la baja sobre los precios. Aunque esto es solo teoría. Esta semana la propia OPEP ha comunicado que estima un mayor consumo de petróleo. En concreto, un 23% más de demanda en el período hasta 2045.
Por último, no hay que olvidar los desastres naturales, como huracanes y terremotos, cada vez más comunes y devastadores. Sus efectos pueden interrumpir la producción y dificultar el transporte de petróleo de forma temporal, llevando a un aumento -temporal también- de los precios. Un ejemplo: los daños a los oleoductos causados por el terremoto en Turquía y Siria registrado en febrero de este año aumentaron el precio del petróleo.