En el amplio espectro de las generaciones del siglo XX, emerge un grupo particular que se encuentra, literal y metafóricamente, atrapado entre dos de ellas. Como quien surca aguas turbulentas sacudidas por dos corrientes contrapuestas que impiden a quien navega definir su propio rumbo. Entre las expectativas de la generación predecesora, las dificultades de la posterior, y los reveses que impone su propio tiempo, surge la generación sándwich, en honor al lugar que ocupa entre dos generaciones más grandes y distintas, pero que ejercen presión en ambos lados.
¿Eres de la generación sándwich?
Este grupo demográfico está compuesto principalmente por personas nacidas entre los Baby Boomers, que abarcan aproximadamente los nacidos entre 1946 y 1964, y los millennials, nacidos entre 1981 y 1996. Este ‘privilegiado lugar’ les otorga una perspectiva única: por un lado, están influenciados por los valores y las estructuras de pensamiento de los boomers. Entre ellos, por ejemplo, la estabilidad laboral y la lealtad a la empresa. Pero por otro lado, observan de cerca las tendencias emergentes y los cambios sociales abrazados por los millennials, como la tecnología omnipresente y la búsqueda de un propósito vital que va más allá del ‘casa-coche-curro’.
Los desafíos de la generación sándwich: entre dos mundos
La generación sándwich se enfrenta a una serie de desafíos que reflejan su condición de generación intermedia, lidiando con la presión de cuidar a sus padres mayores mientras sacan adelante a sus propios hijos. Es decir, entre las demandas de dos generaciones que impactan de lleno en la definición y consecución de sus propios objetivos o metas. Una generación que no traza un camino, sino que trabaja por equilibrar esas dos otras fuerzas. Algo que impacta -y mucho- en su economía.
A caballo entre los cuidados de los padres -una generación cada vez más longeva-, la planificación de su propia jubilación y atender las demandas de unos hijos que vivirán bajo su techo mucho más tiempo que ellos -pues se incorporarán más tarde a un mercado laboral más precario con un mercado de la vivienda ya muy tensionado-. La generación sándwich absorbe y carga con los desafíos propios de sus generaciones predecesora y posterior con, eso sí, los mismos recursos. De ahí que el estrés financiero forme parte de su paisaje cotidiano.
Adaptación y resiliencia
Esta realidad doblemente ‘presionada’ esconde también sus fortalezas. Un perfil con una notable capacidad de adaptación y resiliencia. Muchos han abrazado la tecnología como una herramienta para facilitar el equilibrio entre el trabajo y la vida personal. Además, han adoptado un enfoque más holístico hacia el trabajo, buscando empleos que ofrezcan flexibilidad y conciliación. No es extraño tampoco que se trate de una generación que dedica el poco tiempo que tiene al autocuidado y la búsqueda de cierto bienestar. Es también la generación que habla los dos idiomas de dos mundos tan distintos como el boomer y el millennial. Los ‘sándwich’ tienen la capacidad de comprender y comunicarse con ambas, algo que no sucede al revés. Saben qué es un cassette, y saben qué es el metaverso.
Educación financiera
Esta posición única entre dos grandes generaciones les ofrece tanto desafíos como oportunidades para crecer, adaptarse y prosperar. En este contexto, la educación financiera es clave para ayudar a los individuos que forman parte de la generación sándwich a tomar decisiones informadas para gestionar sus recursos y planificar un futuro marcado por el cuidado de los padres mayores y la crianza. Comprender todas opciones financieras y desarrollar un plan sólido, es una de las herramientas más eficaces para una generación ávida de recursos con los que neutralizar las fuerzas que ‘soporta’.