No son raras porque escaseen. Tampoco son tierras en el sentido literal de la palabra. Cuando hablamos de tierras raras o leemos (cada vez más) sobre ellas lo hacemos de un grupo muy variado de minerales, poco conocidos, pero cada vez más determinantes en la sociedad y en el día a día de cualquier persona. Presentes desde el mismo momento en el que coge el móvil.
Aunque hablamos de minerales, estos no los aprendimos en la tabla periódica. Las tierras raras no aparecen en ella: iterbio, terbio, neodimio u holmio, son algunos de sus nombres, pero hay muchos más y su extracción es, como veremos, compleja y muy costosa. De ahí, el apelativo ‘raras’: obtenerlos es difícil y exige un coste medioambiental muy elevado, básicamente porque no aparecen, como sus primos hermanos (los de la tabla periódica) en estado puro, sino que algunos forman parte de otros, combinados o mezclados.
Tierras raras pero imprescindibles
Son raras de extraer, pero comunes y, sobre todo, imprescindibles en el siglo XXI. A simple vista no los verás, pero tu Smartphone, Tablet, televisor o auriculares los contienen. También están presentes en multitud de aparatos médicos y tratamientos: por ejemplo, el gadolinio se utiliza como agente de contraste en resonancias magnéticas, y el lantano se emplea en la terapia contra el cáncer.
La lista es larga. Microondas, catalizadores, fosforescentes, y un larguísimo etcétera que salpica numerosos sectores, como el nuclear o el espacial y, de forma especial, a la transición energética. Las tierras raras son elementos claves en la fabricación de coches híbridos, paneles fotovoltaicos o parques eólicos, entre otros actores imprescindibles para descarbonizar la economía y acabar con las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Ahora que sabemos de dónde viene lo de ‘raras’ y su extensísimo abanico de aplicaciones y usos, podemos entender el interés estratégico que estas tierras generan. De hecho, estos días hemos visto cómo se ha desatado la fiebre inversora cuando Bastion Minerals ha anunciado la adquisición de un nuevo proyecto en Suecia -uno de los países que alberga mayores reservas de estos minerales-, y ha visto disparar un 50% su valor en Bolsa.
Invertir en tierras raras
Lo cierto es que difícilmente podremos transitar hacia una economía más verde sin la presencia de estos minerales, por lo que su demanda va más allá de una tendencia o moda pasajera. Un escalón sin el que no se podrán conseguir los objetivos medioambientales que marcan la agenda de la ONU, pero eso no significa que esté exento de desafíos, pues el sector materias primas es, por naturaleza, volátil -y no es ajeno a políticas gubernamentales y eventos geopolíticos-.
Antes de invertir en tierras raras, es importante tener en cuenta varias consideraciones para tomar una decisión informada. En primer lugar, familiarizarse y conocer el término, investigar sus usos y aplicaciones, analizar las tendencias del mercado e identificar empresas o fondos en los que invertir, verificando su trayectoria, reputación y praxis. En segundo, diversificar, como en cualquier inversión. Las tierras raras pueden ser parte de una cartera, pero no depender solo de ellas.
Asesoramiento profesional
Si no estás seguro de cómo invertir en tierras raras o quieres saber más sobre ellas, busca asesoramiento de profesionales financieros con experiencia en inversiones de recursos naturales y estrategia ESG. Ellos pueden ayudarte a evaluar tus opciones y diseñar una estrategia de inversión acorde a tus objetivos y tolerancia al riesgo, pero también en empresas o fondos que cumplan con los estándares ambientales y que estén comprometidas con una cadena de suministro responsable y transparente, que incluya la trazabilidad de los materiales, la evitación de minerales de conflicto y la promoción de prácticas éticas en toda la cadena.