Oro parece, diamante es. ¿Por qué? Porque cuando hablamos de este metal lo hacemos de su dureza como activo refugio. El lugar en el que todo permanece en cierto equilibrio, pese a la continua zozobra que sufren algunos valores en tiempos de incertidumbre política. ¿Qué tiene el oro que parece prácticamente inmune a los vaivenes de los mercados financieros en momentos turbulentos a diferencia de otros activos?
A lo largo de la historia, el oro ha sido considerado como un activo de refugio seguro en momentos de turbulencia económica y geopolítica. Una reputación forjada lo largo de la historia que hoy, en plena escalada de la guerra entre Israel y Hamas, vuelve a ponerse de relieve.
Recientemente, leíamos en El Economista que “los bancos centrales se han lanzado en bloque a llenar sus arcas de oro. (…) Según los últimos datos del Consejo Mundial del Oro, solo en el tercer trimestre estos actores han comprado cerca de 337 toneladas, un trimestre histórico que ha consolidado una tendencia, pues en lo que va de año ya han adquirido cerca de 800 toneladas, un récord absoluto en los primeros nueve meses del año”.
Oro, récord desde mínimos
Este movimiento, continuaba el artículo, ha provocado “una auténtica escalada en el precio del oro, que se encuentra al borde de máximos del año tras una escalada de 9,89% desde mínimos de octubre, en solo 17 sesiones. Con la onza superando claramente los 2.000 dólares. El metal precioso no se acercaba a este histórico desde mediados de mayo”.
En un contexto en el que los inversores buscan activos que brinden estabilidad, el oro se encamina a su mayor subida mensual, consolidando su posición como un valor refugio confiable en tiempos menos confiables. El oro funciona, en definitiva, como un ancla en medio de las aguas agitadas de la incertidumbre, manteniendo su valor a flote o incluso aumentándolo.
Valor atemporal
El oro es considerado un almacén de valor atemporal. A lo largo de la historia, ha mantenido su valor incluso en medio de crisis económicas y políticas. En la Gran Depresión, una de las peores crisis económicas en la historia de Estados Unidos, el precio del oro aumentó significativamente. También en la crisis del petróleo, en la más reciente crisis financiera global de 2008, o en pandemia, demostrando que puede mantener su atractivo a lo largo del tiempo o en contextos anómalos como el confinamiento. A mediados de 2020, por ejemplo, el precio del oro superó la simbólica barrera de los 2.000 dólares por onza.
A pesar de su resistencia en momentos de crisis, este metal no es ajeno a otros factores, como la oferta y la demanda, las tasas de interés, la inflación y la confianza en la economía. Por eso, es necesario aclarar que no siempre aumenta durante todas las crisis económicas, pero tiende a considerarse un refugio seguro en tiempos de incertidumbre financiera.
Mientras el conflicto en Oriente Próximo y otros epicentros de volatilidad persistan, es probable que su brillo como valor refugio continúe atrayendo a aquellos que buscan resguardar su riqueza en medio de tiempos turbulentos.