Icono del sitio Asesores Financieros – Efpa

Charlie T. Munger, el hombre que susurraba a Warren Buffett

Munger

Esta semana se cumplen dos meses desde que, a finales del pasado mes de noviembre, nos dejara a los Charlie T. Munger (1924- 2023), mano derecha de Warren Buffett e histórico vicepresidente de Berkshire Hathaway. Ni la historia más reciente del mundo de la inversión, ni la del propio Warren
Buffett, hubieran sido lo mismo sin la existencia de Munger, que el 1 de enero hubiera cumplido 100 años. Con él, desaparece una leyenda, cuyo ejemplo y trayectoria seguirán siendo una referencia y útil asidero para futuras generaciones de inversores y que recordamos en el número 14 de la revista Asesores Financieros EFPA.

Oriundo de Omaha, como Buffett, aunque vivió gran parte de su vida en la soleada California, se graduó en la Harvard Law School, pero nunca fue un apasionado de la profesión. Tuvo unos inicios que no fueron fáciles, con un divorcio complicado y la muerte prematura de un hijo de nueve años después de sufrir un cáncer incurable. Fueron, además, dos procesos que consumieron sus finanzas, dejándolo en la bancarrota. Munger canalizó estas experiencias para forjar un fuerte carácter estoico sin la ausencia de un punzante sentido del humor, que le sirvió para sus éxitos y pensamientos posteriores.

Munger, pensador multidisciplinar

A diferencia de Buffett, siempre centrado en el ámbito de las inversiones, Munger fue un pensador multidisciplinar. Roger Loweinsten en su biografía de Buffett, señala que este a veces se refería a él como su West Coast philosopher por su fuerte pensamiento, especialmente mordaz con muchos de los comportamientos censurables de Wall Street. Sobre todo lo retrata como una persona honesta e íntegra. Junto con Ben Graham, el decano de la inversión en valor, fue la persona más influyente en el estilo de inversión de Buffett.

La riqueza del pensamiento de Munger -para quien instruirse era un deber moral- está condensada en el libro Poor Charlie Almanach (disponible para cualquiera en PDF, ya que los derechos de autor están cedidos a una fundación), título en referencia a Ben Franklin, su gran héroe. Se trata de un texto poliédrico, donde se pueden leer las enseñanzas de este educador moderno, agudo conocedor de la condición humana (su discurso The Psychology of Human Misconduct es de lo mejor que hay escrito sobre behavioral economics) con valiosísimas observaciones sobre cómo tener éxito en la vida, el mundo de la empresa y las inversiones.

Destacan sus esquemas de pensamiento orgánicos, que observan el saber como un todo y no en compartimientos estancos, o sus celebrados mental models -minuaturas teóricas para poder operar mejor en sistemas complejos-, hoy seguidos y admirados por ya varias generaciones inversoras en toda clase de activos, no únicamente bolsa. O sus agudas observaciones sobre el arte de llevar una buena vida, destacando la frugalidad, la responsabilidad, o el realismo, sintetizado en uno de sus mantras más conocidos: keep you expectations low.

Munger y Buffett, y viceversa

Con respecto a su faceta como inversor, Munger pasará a la historia por su rol como vicepresidente de Berkshire Hathaway y principal influencia de Buffett a la hora de invertir. Pese a que sus caminos se cruzaron a finales de la década de los 50 a través de sus respectivas familias, conectando desde el principio, no será hasta la década de los 70 cuando su relación profesional se acabe de consolidar. Lo fue con la fusión de Berkshire Hathaway, entonces básicamente un grupo asegurador en construcción conforme Buffett iba abandonando la actividad textil (la actividad principal de Berkshire en sus inicios), y de Blue Chip Stams, la matriz de Munger que agrupaba sus diferentes inversiones, más diversificadas.

Munger es la persona clave para entender la evolución en el estilo de inversión de Buffett que pasará de ser puramente value, esencialmente cuantitativo (apoyado en el análisis contable), e influenciado mayormente por las enseñanzas de Graham, muy determinadas por el entorno de mercado de los años 30, deprimido tras el crac de 1929 y la posterior Gran Depresión. La adquisición de See Candy’s ilustra perfectamente este hecho.

El estilo de inversión Buffett

En 1971, uno de los directivos de Blue Chip (una de las sociedades holding de Munger participada indirectamente por Berkshire en un esquema francamente complejo que se consolidaría a mitad de la década) le presentó la idea a Buffett. Se trataba de una empresa familiar, de tercera generación, que había establecido una franquicia de fabricación, distribución y venta de chocolates y cajas de bombones caseros y de alta calidad.

A finales de la década de los 60, y como ocurre en muchas empresas familiares, la familia fundadora quería vender su participación (entonces cercana al 70 %) por falta de un plan de sucesión claro y por la consolidación que se estaba produciendo en el sector. La familia pedía 30 millones de euros -técnicamente 40 millones, ya que de facto la compañía tenía 10 millones en efectivo-, contra un beneficio operativo antes de impuestos de 4,2 millones; lo que significaba un múltiplo de 7, una prima considerable con respecto a los múltiplos de 4-6, a los que estaba acostumbrado Buffett en sus adquisiciones.

Rentabilidad a precio justo

Munger convenció a Buffett de que la prima en el precio estaba justificada por la calidad del activo, un negocio que requería relativamente poco capital, con poder de fijación de precios, debido a la fidelidad de sus clientes, y con gran terreno para crecer. Sería la inversión más rentable del grupo durante la siguiente década con un crecimiento anualizado del beneficio del 20,9 %. Munger sentó con ello las bases de uno de los credos desde entonces de Berkshire: “más vale un negocio excelente a un precio justo, que un negocio justo a un precio excelente.”

Esta prima por la calidad será luego clave en operaciones posteriores como Coca Cola, Amex, o, más recientemente, Apple, sin las cuales es imposible entender los asombrosos resultados a largo plazo de Berkshire Hathaway. “Munger también será recordado por haber formado tándem con Warren Buffett, un claro ejemplo de cómo dos cabezas valen más que una. Además de su influencia hacia la calidad de Buffett, Munger será el gran confidente Buffett, hablando a diario, y con el tiempo también una figura insustituible en las juntas anuales. Incluso este año, a su 99 años, Munger brilló con agudas observaciones sobre la inteligencia artificial o la actualidad de China. Descansa en paz maestro.

5/5 - (1 voto)
Salir de la versión móvil