Si la respuesta es sí, no está solo: le sucede al 99,9% de la gente. Al menos, en experiencia de Óscar de la Mata, consultor independiente, formador en habilidades y ponente de EFPA, que es experto en la economía del comportamiento.
Precisamente, el libro Pensar rápido, pensar despacio de Kahneman sostiene que en el cerebro hay dos sistemas que influyen en la toma de decisiones:
- El sistema 1, más rápido o intuitivo.
- El sistema 2, más reflexivo o “lento”.
En realidad, “el cerebro del inversor no es distinto al cerebro de alguien que no invierte. Está sujeto a esto que dice Kahneman y que la sabiduría popular siempre ha recogido: el clásico pensar con la cabeza o pensar con el corazón”, señala Óscar de la Mata.
En finanzas, ¿Qué pesa más, razón o emoción?
Como el cerebro tiende a “ahorrar energía” y ser analítico consume mucha, la primera influye, pero la segunda interfiere mucho más de lo que pensamos y hace aflorar ciertos sesgos.
Uno de los más importantes es la aversión a las pérdidas. Según Óscar de la Mata:
“En un escenario de ganancias, tendemos a ser conservadores: preferimos 500 euros en mano hoy que un 50% de posibilidades de ganar 1000 mañana. Pero, a la inversa, en los escenarios de pérdida, la mayoría es más proclive a arriesgar, a veces sin darse cuenta, y se aferra a la posibilidad de no perder nada”.
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