Silvia Soutullo consiguió su primera certificación, accedió a la web y vio el Programa EFPA de Educación Financiera. Inmediatamente supo que era para ella: “Me enamoraron los talleres, era justo lo que estaba buscando, desde el minuto uno me veía formando a personas”. Y así ha sido. Ha formado a todo tipo de profesionales: arquitectos, biólogos, ingenieros, periodistas, agricultores, veterinarios e, incluso, Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos (AMPAS). Porque la educación financiera no distingue profesiones ni habilidades. Es, o debería ser, transversal. Desde la IV Edición del Programa EFPA de Educación Financiera hasta hoy, Soutullo se emplea a fondo con la causa como voluntaria:
¿Qué fue lo que te atrajo del Programa EFPA de Educación Financiera?
Siempre digo que la Educación Financiera es una asignatura pendiente en nuestro país y este programa me brindaba la oportunidad de formar financieramente a la sociedad. Para mí era un reto personal.
¿Qué es lo que más te ha sorprendido del nivel de cultura financiera que hay?
Algo que me sorprendió mucho cuando empecé fue el bajo nivel de cultura financiera que había, sobre todo a la hora de entender conceptos básicos sin llegar a temas de inversiones o fiscalidad. Recuerdo los primeros talleres en los que para los asistentes todo parecía buscar la fórmula mágica para solventar su situación económica. Todos los temas eran grandes desconocidos para ellos y tomaban notas. Los conceptos básicos de finanzas no estaban interiorizados y eso hacía que una gran parte de los asistentes mantuviese su patrimonio en una cuenta corriente perdiendo poder adquisitivo año tras año.
Hoy en día los asistentes ya muestran sus conocimientos básicos y preguntan temas concretos que les preocupan. Se nota que buscan información, leen, preguntan, y quieren saber más. Como anécdota, en un taller había un abuelo que en cuanto nació su nieto lo primero que hizo fue contratar un seguro de decesos y asegurar su caja fúnebre en vez de preocuparse por construir un patrimonio que cubriera sus estudios y garantizarle un futuro mejor.
¿En qué aspectos hay un mayor margen de mejora?
En general, uno de los aspectos que se ha mejorado en los últimos años es que hay un mayor interés y conciencia sobre la importancia de la educación financiera dentro del núcleo familiar. Cada vez más personas reconocen la necesidad de adquirir conocimientos básicos sobre finanzas personales, inversiones y planificación para garantizar una estabilidad financiera en el corto, medio y largo plazo. Esto ha llevado a un crecimiento continuo en la demanda de estudios de planificación financiera 360º, donde se da respuesta a cada una de las etapas del ciclo financiero de la vida.
Por el contrario, ¿dónde observas un mejor ‘nivel’ o conocimiento?
Es importante tener en cuenta que el nivel de cultura financiera varía significativamente entre las personas y las regiones. Aunque muchas personas están buscando activamente información financiera y mejorando sus conocimientos, todavía existen brechas importantes en la comprensión y aplicación de conceptos financieros básicos. Siguen contratándose productos del largo plazo para necesidades de corto plazo y viceversa. Es muy importante leer y entender los productos financieros. A mis clientes les digo: si no lo entiendes no lo compres porque no es para ti.
¿Cómo crees que evolucionará la profesión en los próximos años?
La profesión del asesor financiero ha estado experimentando cambios significativos y continuará evolucionando. De hecho, se dice que es una de las profesiones con más futuro del sector bancario.
Hoy en día el asesor financiero es una persona imprescindible en una familia. Es como el médico, el abogado o el fiscalista. Ese profesional, persona de confianza, que ayuda al cliente a conseguir sus metas en base a sus necesidades y teniendo en cuenta su situación actual. Cobra mucho valor la planificación financiera 360º donde se construye el ciclo financiero de la vida del cliente.
En cuanto a tecnología, ya se habla de los beneficios de la inteligencia artificial y los jóvenes de hoy cada día están más informados, leen sobre finanzas y se preocupan por tener libertad financiera. Esto hace que sean clientes más exigentes. Ya no vale explicar tres conceptos básicos de finanzas, sino que hay que ayudarles a entender conceptos más complejos y es por ello que el asesor está obligado a trabajar en seis áreas especializadas; análisis de objetivos financieros, análisis de los activos, protección del capital humano, planificación de la jubilación, fiscalidad y la planificación sucesoria.
¿Qué es lo que te ha aportado esta faceta de voluntaria para la educación financiera a tu labor como asesora?
En una sola palabra y sin ninguna duda “crecimiento”. Al enseñar a personas, se fortalecen las habilidades de comunicación, liderazgo, empatía y se adquieren nuevas perspectivas y conocimientos a través de la interacción con ellas. Incluso he ampliado mi red de contactos. Participar como formadora voluntaria ha sido una experiencia enriquecedora. El Programa EFPA de Educación Financiera complementa mi labor de estar al lado de todas las familias para que no cometan errores y construyan el ciclo financiero de la vida que desean tener.