Si hay un camino que sociedad en general y mercados en particular deben transitar ese es, sin duda, el de la sostenibilidad. El sector financiero no es la excepción. Al contrario, puede que actúe como tractor de otros sectores y ser, por tanto, clave para su plena consecución. Hoy analizamos qué papel tendrá la hoja de ruta para finanzas sostenibles.
La Autoridad Bancaria Europea (EBA) ha publicado recientemente su hoja de ruta para finanzas sostenibles, un plan que marca los objetivos a seguir y su cronograma en el tiempo para cumplir los mandatos y tareas que exigen los desafíos ambientales, sociales y de gobernanza (criterios ASG en castellano y ESG en sus siglas en inglés).
Por delante, una máxima: la economía mundial no es ajena al cambio climático, la degradación del medio ambiente y cuestiones sociales como la inclusión o la igualdad. De hecho, sin la necesaria implicación del sector financiero, los ambiciosos objetivos marcados por la UE para lograr la transición hacia una economía más sostenible quedarían aún más alejados, por lo que se ha hecho necesario reemplazar el primer plan de acción sobre finanzas sostenibles de la EBA -publicado en diciembre de 2019- con esta nueva hoja de ruta aún más ambiciosa.
Si en el primero la EBA alentaba a las entidades a ser proactivas en la gestión de estos riesgos y en la información que sobre los mismos divulgan a terceros, este va un paso más allá. No solo garantiza la continuidad de las acciones asumidas en el plan de acción anterior, sino que incorpora los ajustes necesarios siguiendo los desarrollos regulatorios y del mercado, nuevos mandatos y nuevas áreas de enfoque.
Un futuro en común
En concreto, la ABE ayudará a las entidades y a los supervisores a integrar los riesgos ASG en sus actividades mediante el anclaje de estos a la normativa pertinente. En primer lugar, proporcionando orientaciones sobre gestión de riesgos y prácticas de supervisión, y por otro, llevando a cabo ejercicios de análisis de escenarios y comprobación de riesgos, incluidas las pruebas de resistencia climática.
Por otra parte, a medida que se desarrolle el mercado de las finanzas sostenibles, será necesario seguir trabajando para determinar la pertinencia y el contenido de otras normas o etiquetas ASG adicionales, e identificar posibles medidas para hacer frente a riesgos emergentes como el fenómeno denominado greenwashing (es decir, aquellas prácticas o estrategias que hacen un esfuerzo, a menudo muy marketiniano, por mostrar o parecer más sostenibles de lo que en realidad son).
A quién se dirige la hoja de ruta para finanzas sostenibles
El espectro de destinatarios puede variar según los mandatos: mientras que algunos de ellos abarcan un sector financiero más amplio, incluidas las entidades de crédito y las empresas de inversión, otros pueden ser aplicables únicamente a entidades específicas y/o a sus autoridades supervisoras.
En definitiva: el fomento de la transparencia y la disciplina de mercado en cuestiones ASG ha sido, es y seguirá siendo una prioridad clave para la ABE. De hecho, en la hoja de ruta, la institución reconoce que, si bien para hacer frente a los retos ASG es necesario aplicar una serie de políticas públicas, el papel principal del marco común es garantizar un sector financiero estable y resistente que sea capaz de proporcionar la financiación necesaria para que la transición económica y social sea posible.